2.19. Cuatro, siquiera cuatro

  • José Carlos Mariátegui

 

         1El partido nacional democrático se había sistematizado, como ustedes recordarán, en la aspiración de un concierto de las diversas fuerzas políticas. Pedía urgentemente, en sus encíclicas y pastorales, que se reuniesen en una asamblea todos los partidos. El partido civil. El partido demócrata. El partido constitucional. El partido liberal. El partido nacional democrático. Y el partido leguiísta. Todos los partidos. Todos, todos, todos.
         —¡Concierto nacional! —gritaban en las calles los oradores del futurismo—. ¡Concierto nacional! ¡Concierto, concierto, concierto!
         Y cuando se los observaba siquiera:
         —Está bien. Venga el concierto de todos los partidos. Pero los partidos no son sino cinco. El sexto partido no existe. No existe porque el leguiísmo no constituye un partido.
         Los oradores del futurismo se soliviantaban:
         —¡No puede haber concierto nacional sin el leguiísmo! ¡Nada importa que el leguiísmo no sea un partido! ¡Para que haya concierto se necesita considerarlo como tal!
         Poco a poco, en la intimidad de las conversaciones y de las tertulias, comenzaron a ceder terreno:
         —Bueno. No pensemos en el leguiísmo. Convengamos en que los partidos no son sino cinco. Pero hagamos la convención con esos cinco partidos.
         Solo que esto no lo dijeron en voz alta. Lo dijeron a la sordina. Lo dijeron en las conferencias privadas. Aparentemente su ideal era el mismo siempre: el concierto nacional. La liga de los partidos. La unificación del sentimiento político. La conciliación, la transacción y la concordia.
         Y ahora, señores, estamos delante de un cambio total. El partido nacional democrático quiere siempre el concierto. Pero no exige ya que sea un concierto de todos los partidos. Dice que de cuatro partidos “por lo menos”. Pero dice siempre que de cuatro. Cuatro no más, Cuatro únicamente. Cuatro tan solo.
         No agrega, por supuesto, cuáles pueden ser esos cuatro partidos. Se lo callan. Piensan a solas que pueden ser, verbigracia, el partido civil, el partido demócrata, el partido nacional democrático y el partido liberal. O también, el partido civil, el partido demócrata, el partido nacional democrático y el partido constitucional. El partido eliminado resulta, en un caso, el partido constitucional y, en otro caso, el partido liberal.
         Y para ambos casos los futuristas tienen organizados sus argumentos. Están resueltos a sostener que el partido liberal y el partido constitucional carecen de significación, de proselitismo y de autoridad. Sobre todo, el partido liberal. Porque mientras al partido constitucional no le tienen ojeriza alguna, al partido liberal le guardan una aversión instintiva.
         No exageramos en un ápice, por otra parte, las proporciones del cambio.
         Es el señor don José de la Riva Agüero quien, interrogado por los periodistas a la salida del gabinete del señor Pardo, ha declarado que el partido nacional democrático desea que a la convención concurran por lo menos cuatro partidos.
         Una declaración que había llevado escrita en un memorándum con toda la precaución de un político cauto que no quiere que sus palabras sean desfiguradas por los cronistas…


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 23 de noviembre de 1918. ↩︎