5.12. Aniversario

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Mirando el calendario hemos advertido que desde hace dos años estamos en esta casa del General La Fuente comentando a nuestra guisa y antojo de periodistas de la oposición los acontecimientos de la política criolla.
         Dos años nos separan del otro catorce de julio, en que nos sentamos a escribir en esta misma máquina en que escribimos ahora. Dos años de doce meses y trescientos sesenta y cinco días. Dos años de gobierno del señor don José Pardo. Dos años de guerra universal y de calma chicha doméstica. Dos años esencialmente peruanos, típicamente peruanos, sustantivamente peruanos.
         Ese catorce de julio que se aleja sacudiéndonos el pañuelo no se parecía a este catorce de julio que llega sacudiéndonos el alma. Éramos entonces más jóvenes. Los años que tenemos encima nos pesaban menos. Había más candidez en nuestro corazón y más optimismo en nuestros labios. No habíamos tenido aún ninguna tangencia con la política ni con sus hombres. Estábamos todavía en la ingenua edad de los versos y del romanticismo. La máquina en que escribimos hasta ahora resplandecía de puro nueva y nos daba luz al espíritu y calor a la inteligencia.
         Nos hemos pasado de dos años enteros escribiendo esta columna cotidiana. Y escribimos esta columna cotidiana, no porque nos guste a nosotros escribirla, sino porque al público le gusta leerla, aunque, por supuesto, no le importe que seamos nosotros quienes la escribamos. El público quiere que se le tome el pelo a los que están en el gobierno y a los que no están en el gobierno. Que se le tome el pelo a los que pasan por la calle y a los que se quedan en su casa. Que se le tome el pelo a todo el mundo. El público se encanta con que se recoja los chistes que se dicen en las esquinas y con que se inventen los chistes que debían decirse. El público ama la morisqueta, la zancadilla y el pellizco. El público se refocila con la reticencia de las interlíneas y de los puntos suspensivos. Los periodistas no hemos nacido para ser como nos dé la gana a nosotros sino para ser como le dé la gana al público. Y resulta que el público ha resuelto que nosotros, los periodistas de esta columna, seamos festivos, que nosotros andemos siempre muy alegres y que nosotros estemos en todo momento con la risa en la boca. El público se opone a que nosotros seamos serios y graves. Se opone con todas sus fuerzas.
         Catorce de julio.
         Hoy es nuestro aniversario. Aniversario de Francia y aniversario nuestro. Tenemos en casa a un huésped ilustre. El baile del Club Nacional ha adormecido a la política.
         Y siquiera en gracia al aniversario nos creemos autorizados para hurtarle a la gente nuestro comentario político.
         A hurtadillas ponemos nuestro punto final.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 14 de julio de 1918. ↩︎