4.25. Patria chica
- José Carlos Mariátegui
1Huarochirí, república.
De repente nos ha caído encima la noticia de que el distrito de Huarochirí no es ya distrito. De que ha pegado un salto tremendo. De que se ha proclamado república. República libre e independiente. Libre e independiente por la voluntad de los pueblos.
Momentáneamente nos hemos sonreído:
—¿Huarochirí, república? ¡No es posible!
Pero la noticia nos ha hecho sentir un peso:
—¡Huarochirí, república!
Y, sin embargo, nosotros hemos intentado mover la cabeza nuevamente:
—República, no. Provincia dirán ustedes. O departamento si quieren.
Y hemos agregado luego:
—¡Eso es, sin duda alguna! ¡Huarochirí se ha proclamado departamento! ¡Y Mateo Vera se ha hecho prefecto! ¡Mateo Vera es un prócer! ¡Mateo Vera es el San Martín inflamado de Huarochirí!
Solo que otra vez la noticia nos ha golpeado la cabeza:
—¡Huarochirí, república!
Y entonces no hemos querido porfiar más. Nos hemos dicho que bueno pues. Que Huarochirí es república. República chiquita. Pero república de todas maneras. Y república como el Perú, con presidente. Y con bandera bicolor. Y con armas de la patria.
La ciudad no ha sabido qué hacerse con la noticia entre las manos.
Esto de que un distrito de la sierra, de la noche a la mañana, haya amanecido de república, la ha asombrado en demasía:
—¿Cómo, república? —les ha preguntado a los periódicos.
Y luego con una cara muy seria:
—Será república de mentiras.
Y enseguida con una cara muy traviesa.
—O será que el doctor Durand desea ensayar, bajo cuerda, el federalismo.
Y así, poco a poco, la ciudad ha acabado muriéndose de risa. Ha pronunciado en voz alta el nombre del señor Tello, presidente de Huarochirí. Y se ha dicho que ese señor Tello presidente debe ser un émulo del señor Tello diputado.
Un émulo, que probablemente se ha hecho este razonamiento:
—¿Hay un Tello diputado de Huarochirí? ¡Un Tello, sabio ilustre y meritísimo!
¡Pues habrá un Tello, presidente de Huarochirí! ¡Nada importa que no sea sabio también!
Y, sin perder un minuto, ha jurado en la plaza de armas del pueblo la independencia de la república de Huarochirí.
Aunque no haya sido sino para ser presidente una hora.
Presidente de la República.
De repente nos ha caído encima la noticia de que el distrito de Huarochirí no es ya distrito. De que ha pegado un salto tremendo. De que se ha proclamado república. República libre e independiente. Libre e independiente por la voluntad de los pueblos.
Momentáneamente nos hemos sonreído:
—¿Huarochirí, república? ¡No es posible!
Pero la noticia nos ha hecho sentir un peso:
—¡Huarochirí, república!
Y, sin embargo, nosotros hemos intentado mover la cabeza nuevamente:
—República, no. Provincia dirán ustedes. O departamento si quieren.
Y hemos agregado luego:
—¡Eso es, sin duda alguna! ¡Huarochirí se ha proclamado departamento! ¡Y Mateo Vera se ha hecho prefecto! ¡Mateo Vera es un prócer! ¡Mateo Vera es el San Martín inflamado de Huarochirí!
Solo que otra vez la noticia nos ha golpeado la cabeza:
—¡Huarochirí, república!
Y entonces no hemos querido porfiar más. Nos hemos dicho que bueno pues. Que Huarochirí es república. República chiquita. Pero república de todas maneras. Y república como el Perú, con presidente. Y con bandera bicolor. Y con armas de la patria.
La ciudad no ha sabido qué hacerse con la noticia entre las manos.
Esto de que un distrito de la sierra, de la noche a la mañana, haya amanecido de república, la ha asombrado en demasía:
—¿Cómo, república? —les ha preguntado a los periódicos.
Y luego con una cara muy seria:
—Será república de mentiras.
Y enseguida con una cara muy traviesa.
—O será que el doctor Durand desea ensayar, bajo cuerda, el federalismo.
Y así, poco a poco, la ciudad ha acabado muriéndose de risa. Ha pronunciado en voz alta el nombre del señor Tello, presidente de Huarochirí. Y se ha dicho que ese señor Tello presidente debe ser un émulo del señor Tello diputado.
Un émulo, que probablemente se ha hecho este razonamiento:
—¿Hay un Tello diputado de Huarochirí? ¡Un Tello, sabio ilustre y meritísimo!
¡Pues habrá un Tello, presidente de Huarochirí! ¡Nada importa que no sea sabio también!
Y, sin perder un minuto, ha jurado en la plaza de armas del pueblo la independencia de la república de Huarochirí.
Aunque no haya sido sino para ser presidente una hora.
Presidente de la República.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 26 de junio de 1918. ↩︎