4.29. Entre interrogaciones

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Las gentes están en espera anhelante del congreso extraordinario. Inquieren, interrogan, curiosean. Mas no logran adquirir la menor certidumbre sobre si habrá extraordinario o sobre si no habrá extraordinario.
         Vivimos en la indecisión, en la penumbra, en el desconcierto, en el laberinto. Andamos a tientas en pos de la verdad para entregarla a la curiosidad exasperada del público. Y nos persuadimos dolorosamente de que la verdad está más furtiva y huraña que nunca.
         El comentario público se desenvuelve de esta suerte:
         —¿Habrá congreso extraordinario?
         —Todo hace esperarlo.
         —¿Es entonces seguro que será convocado?
         —El orden de la administración y la salud de la patria lo hacen imprescindible.
         —¿No querrá el gobierno evitarse la molestia de una nueva legislatura?
         —El gobierno sabe respetar la ley.
         —¿Se convocará entonces a congreso extraordinario? ¿Podemos afirmarlo?
         —Preferible es no afirmarlo.
         Así son la incertidumbre, el desconcierto, la indecisión. Todo el mundo coincide en orden a la necesidad de una nueva legislatura. Pero son muy pocos los que coinciden en la confiada esperanza de que hay que aguardar su convocatoria tranquilamente.
         Nosotros, por supuesto, no compartimos estas sospechas y estos recelos del comentario público. Creemos a pie juntillas en que habrá legislatura ordinaria. No discutimos la devoción constitucional del señor Pardo. Y llegamos a ser más optimistas que sus partidarios sobre su austeridad y buen juicio. Y apenas si llegan a desorientarnos ciertas versiones que nos anonadan y asombran.
         Porque hay hechos que debilitan y maltratan el optimismo más arraigado. Uno de ellos acaba de llegar a nuestro conocimiento y ha estremecido nuestra fe. Ha sido una entrevista reciente entre el presidente de la República y un senador conspicuo.
         El senador conspicuo, lleno de curiosidad, como todas las gentes, preguntó así al presidente de la República:
         —¿Habrá, señor, congreso extraordinario?
         Y el presidente de la República contestó:
         —No lo sé todavía.
         Y añadió con un tono dolorido de reproche y de queja:
         —¡Tengo una mayoría que me hace más daño que la minoría!


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 29 de octubre de 1916. ↩︎