2.23. Panorama

  • José Carlos Mariátegui

 

         1La política tiene crisis intermitentes. La última crisis de la política ha agonizado. Y de ella ha salido maltrecho, muy maltrecho, el presidente del gabinete. Y no ha concluido esta crisis cuando ya una nueva se esboza. Y no habrá concluido la que se esboza cuando una nueva se esbozará. Pero el señor Riva Agüero seguirá convencido de que el destino le manda que se quede. Probablemente el señor Pardo, en palacio, y una gitana agorera, en el vestíbulo de su casa, se lo han dicho. Y un hombre discreto debe hacerle caso al destino, sobre todo cuando tiene tan excelsos intérpretes.
         Ayer las gentes hacían apuestas:
         —Yo apuesto que el señor Riva Agüero se marcha a pesar de todo. Es una persona muy fina.
         Y otras sostenían:
         —El señor Riva Agüero se queda. Es una persona tranquila.
         Y por poco las apuestas no tomaban mayores proporciones y no se hacían sport público como en las carreras de caballos.
         Hasta que el señor Balbuena, completamente desolado, recorrió las calles prodigando la noticia:
         —¡El gabinete Riva Agüero se queda! ¡Se ha quedado ya! ¡Se ha quedado ya!
         Y los amigos le decían:
         —Ya vendrá otra posibilidad de que llegue usted a ministro…
         Y el señor Balbuena, lleno de risueña indignación, protestaba:
         —¡Caramba! ¡Si yo no quiero!
         Pero aún no ha salido de sustos el gobierno. Aún lo ajochan los diputados de la minoría. Aún le enseñan los puños. Ayer el ministro de fomento fue a la cámara de diputados. Y fue a oír al señor Vivanco. Milagro ha sido que el señor ministro de fomento llegase al parlamento con vida. Milagro enorme. Y milagro más grande todavía que el señor ministro de fomento siguiese con vida después de haber oído al señor Vivanco…
         El señor ministro, al finalizar la entrevista, dijo:
         —Nada oficial puedo decir a usted, sobre las personas que puedan formar el primer gabinete del nuevo mandatario. Creo posible, como dicen los telegramas informativos, que algunas de las personas mencionadas constituyen aquel gabinete, pero nada más.
         —Y respecto a Ud. ¿No es cierto que le hayan ofrecido la cartera de relaciones exteriores?
         —Algo de cierto hay en el asunto, pero yo he declinado tal honor.
         —Se queda Ud. en Lima?
         —No dejaré esta simpática ciudad. Mi deseo es por ahora seguir en Lima.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 23 de agosto de 1916. ↩︎