6.12. Contendores siempre
- José Carlos Mariátegui
1El destino quiere que otra vez sean contendores el señor don José Carlos Bernales y el señor don Miguel Echenique. Otra vez el señor Bernales y el señor Echenique figuran simultáneamente como candidatos a la presidencia de la Cámara de Senadores. El señor Echenique cuenta con la simpatía del gobierno. El señor Bernales cuenta con su sangre ligera.
Es la tercera vez que el señor Echenique y el señor Bernales se disputan la presidencia de la Cámara de Senadores.
La primera vez fue el año antepasado. El señor Echenique se puso a la cabeza de las izquierdas. El señor Bernales se puso a la cabeza de las derechas. Y ganó el señor Bernales. Ganó apenas por dos o tres votos. Pero ganó de todas maneras.
La segunda vez fue el año pasado. El escenario era el mismo. El decorado era el mismo. La representación era la misma. Pero el reparto era distinto. El señor Echenique había cambiado de posición. No era ya el candidato de las izquierdas sino el candidato de las derechas. Había mudado de ubicación, como los jugadores supersticiosos, para mejorar de fortuna. Y el señor Bernales tampoco era el candidato de las derechas. Era el candidato de las izquierdas. Y ambos perdieron la partida. El señor Echenique la perdió antes de la votación. El señor Bernales la perdió en la votación. Resultó elegido el señor Miró Quesada.
La tercera vez es esta. El señor Echenique vuelve a la lucha como candidato de las derechas. Y el señor Bernales vuelve a la lucha también. Pero no como candidato de las izquierdas, ni candidato de las derechas. Como candidato no más. Las izquierdas son leguiístas. Y votarán por un candidato propio. Por el señor Cornejo verbigracia.
Frente a frente, por tercera vez, los señores Echenique y Bernales sin duda alguna se sonríen. Son demasiado buenos amigos para que se enfaden. El señor Echenique es siempre acreedor a toda la cortesía del señor Bernales. Y el señor Bernales es acreedor igualmente a toda la cortesía del señor Echenique. El señor Echenique se dispone, tal vez, a votar por el señor Bernales y el señor Bernales se dispone, quién sabe, a votar por el señor Echenique.
Pero es el caso que nuevamente son contendores. Y contendores en un instante de ardorosa contienda política en que los beligerantes prescinden de las antiguas usanzas caballerescas.
El señor Bernales alienta a sus amigos con un comentario optimista:
—¡Yo le llevo chico a Echenique! ¡Yo he sido presidente del Senado el año antepasado!
Y el señor Echenique se abstiene de comentarios. Echa números. Números que acreditan que la presidencia de la Cámara de Senadores es suya desde ahora. La candidatura del señor Echenique, según esos números y esas cuentas, no representa únicamente la voluntad del gobierno, del partido civil y del señor Aspíllaga. El partido civil está en vías de conseguir para ella los votos de los liberales. La ayudan tácitamente las influencias amistosas del doctor Prado y Ugarteche.
Juzgada por los elementos que la favorecen, directa e indirectamente, la candidatura del señor Echenique debía ser una candidatura invencible.
Mas ocurre una cosa. Ocurre que las gentes se acuerdan de que es la tercera vez que se presenta esta candidatura. Y se acuerdan, por ende, de que el señor Echenique ha sido derrotado dos veces. Y que, si en esta ocasión no triunfa, va a quedar consagrado como candidato vitalicio a la presidencia de su Cámara.
Es la tercera vez que el señor Echenique y el señor Bernales se disputan la presidencia de la Cámara de Senadores.
La primera vez fue el año antepasado. El señor Echenique se puso a la cabeza de las izquierdas. El señor Bernales se puso a la cabeza de las derechas. Y ganó el señor Bernales. Ganó apenas por dos o tres votos. Pero ganó de todas maneras.
La segunda vez fue el año pasado. El escenario era el mismo. El decorado era el mismo. La representación era la misma. Pero el reparto era distinto. El señor Echenique había cambiado de posición. No era ya el candidato de las izquierdas sino el candidato de las derechas. Había mudado de ubicación, como los jugadores supersticiosos, para mejorar de fortuna. Y el señor Bernales tampoco era el candidato de las derechas. Era el candidato de las izquierdas. Y ambos perdieron la partida. El señor Echenique la perdió antes de la votación. El señor Bernales la perdió en la votación. Resultó elegido el señor Miró Quesada.
La tercera vez es esta. El señor Echenique vuelve a la lucha como candidato de las derechas. Y el señor Bernales vuelve a la lucha también. Pero no como candidato de las izquierdas, ni candidato de las derechas. Como candidato no más. Las izquierdas son leguiístas. Y votarán por un candidato propio. Por el señor Cornejo verbigracia.
Frente a frente, por tercera vez, los señores Echenique y Bernales sin duda alguna se sonríen. Son demasiado buenos amigos para que se enfaden. El señor Echenique es siempre acreedor a toda la cortesía del señor Bernales. Y el señor Bernales es acreedor igualmente a toda la cortesía del señor Echenique. El señor Echenique se dispone, tal vez, a votar por el señor Bernales y el señor Bernales se dispone, quién sabe, a votar por el señor Echenique.
Pero es el caso que nuevamente son contendores. Y contendores en un instante de ardorosa contienda política en que los beligerantes prescinden de las antiguas usanzas caballerescas.
El señor Bernales alienta a sus amigos con un comentario optimista:
—¡Yo le llevo chico a Echenique! ¡Yo he sido presidente del Senado el año antepasado!
Y el señor Echenique se abstiene de comentarios. Echa números. Números que acreditan que la presidencia de la Cámara de Senadores es suya desde ahora. La candidatura del señor Echenique, según esos números y esas cuentas, no representa únicamente la voluntad del gobierno, del partido civil y del señor Aspíllaga. El partido civil está en vías de conseguir para ella los votos de los liberales. La ayudan tácitamente las influencias amistosas del doctor Prado y Ugarteche.
Juzgada por los elementos que la favorecen, directa e indirectamente, la candidatura del señor Echenique debía ser una candidatura invencible.
Mas ocurre una cosa. Ocurre que las gentes se acuerdan de que es la tercera vez que se presenta esta candidatura. Y se acuerdan, por ende, de que el señor Echenique ha sido derrotado dos veces. Y que, si en esta ocasión no triunfa, va a quedar consagrado como candidato vitalicio a la presidencia de su Cámara.
Referencias
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Publicado en la La Razón, Nº 29, Lima, 15 de junio de 1919. ↩︎