5.6. Ayer domingo
- José Carlos Mariátegui
1El domingo dieciocho tuvimos elecciones; ayer hemos tenido toreo cómico y carreras de caballos. El domingo dieciocho tuvimos un día sosegado y dramático, y ayer, a pesar del mitin femenino, suceso social y no político, hemos tenido un día burgués y festivo. El domingo dieciocho tuvimos aplausos al señor Leguía y al señor Aspíllaga; ayer hemos tenido algunos aplausos a Charlot, Carlota y Carlotita. No ha habido mesas ni sufragios en las plazuelas. No han desfilado por el jirón de la Unión las febriles y denodadas legiones leguiístas. El día ha sido del problema del hambre, de la Argentina, de Fenichero, de Marcial y de los toreros cómicos. Y las carreras y los toros apenas si nos han dejado tiempo para recibir a Enrique Bustamante y Ballivián y para despedir a Alfredo Palacios. Y para rogar a Dios por el alma diáfana, cristiana y cristalina de Amado Nervo.
Este domingo otoñal y anodino nos ha hecho olvidar transitoriamente el inquietante problema político que nos oprime. No hemos sabido coordinar en este día ni una sola frase, ni un solo concepto sobre la actualidad electoral. No se nos ha ocurrido pensar en nada que no fuese el clásico Van der Heyden o el toreo cómico.
Y nos hemos sentido mejor así.
Después de un período tan dilatado de ansiedad y de miedo, de estruendos, de mentiras, de tiros, de zozobras, era indispensable un día de relativo reposo y de discreto regalo, no tanto por todo lo que hemos recorrido como por lo que nos falta recorrer. No tanto por lo que hemos sufrido como por lo que nos falta sufrir. La jornada es muy larga. Precisa, pues, de vez en cuando, lo que en términos criollos se llama una “pascana”.
Porque, indudablemente, en esta jornada política hemos andado mucho; pero no hemos andado aún todo lo que tenemos que andar. El camino que está delante de nosotros es tal vez más fatigante que el camino que dejamos atrás. Y, sobre todo, es un camino sombrío y tortuoso que no sabemos a dónde nos va a llevar; y que no sabemos dónde va a concluir.
Ayer no hemos querido ni mirar el horizonte de la política doméstica. Nos han rodeado algunas voces amigas, preguntándonos:
—¿Qué hay del movimiento obrero? ¿Qué hay de la actividad sindicalista? ¿Qué hay del paro del hambre? ¿Qué hay de las conspiraciones políticas? ¿Qué hay de la revolución en ciernes?
Nos hemos escapado sin responder.
Y cuando en el hipódromo hemos oído a nuestro lado un grito de “¡Viva Marcial!” hemos estado a punto de gritar también: ¡Viva! A pesar de que, frente a todas las luchas y a todas las ovaciones, nosotros somos estrictamente neutrales…
Este domingo otoñal y anodino nos ha hecho olvidar transitoriamente el inquietante problema político que nos oprime. No hemos sabido coordinar en este día ni una sola frase, ni un solo concepto sobre la actualidad electoral. No se nos ha ocurrido pensar en nada que no fuese el clásico Van der Heyden o el toreo cómico.
Y nos hemos sentido mejor así.
Después de un período tan dilatado de ansiedad y de miedo, de estruendos, de mentiras, de tiros, de zozobras, era indispensable un día de relativo reposo y de discreto regalo, no tanto por todo lo que hemos recorrido como por lo que nos falta recorrer. No tanto por lo que hemos sufrido como por lo que nos falta sufrir. La jornada es muy larga. Precisa, pues, de vez en cuando, lo que en términos criollos se llama una “pascana”.
Porque, indudablemente, en esta jornada política hemos andado mucho; pero no hemos andado aún todo lo que tenemos que andar. El camino que está delante de nosotros es tal vez más fatigante que el camino que dejamos atrás. Y, sobre todo, es un camino sombrío y tortuoso que no sabemos a dónde nos va a llevar; y que no sabemos dónde va a concluir.
Ayer no hemos querido ni mirar el horizonte de la política doméstica. Nos han rodeado algunas voces amigas, preguntándonos:
—¿Qué hay del movimiento obrero? ¿Qué hay de la actividad sindicalista? ¿Qué hay del paro del hambre? ¿Qué hay de las conspiraciones políticas? ¿Qué hay de la revolución en ciernes?
Nos hemos escapado sin responder.
Y cuando en el hipódromo hemos oído a nuestro lado un grito de “¡Viva Marcial!” hemos estado a punto de gritar también: ¡Viva! A pesar de que, frente a todas las luchas y a todas las ovaciones, nosotros somos estrictamente neutrales…
Referencias
-
Publicado en la La Razón, Nº 12, Lima, 26 de mayo de 1919. ↩︎