1.9. Otra carta

  • José Carlos Mariátegui

 

         1El partido demócrata tampoco quiere ir a la convención. Acaba de decirlo don Isaías de Piérola en una carta circular a sus comités departamentales. Y probablemente va a ratificarlo esta tarde con palabra tundente y entonación sonora en la pachamanca de los demócratas chalacos.
         La declaración de don Isaías de Piérola no es una declaración eufemística ni diplomática. Es una declaración de pura cepa demócrata. Rechaza la idea de la convención sin dedicarle ningún piropo. Y sin alabar su intención. Y sin decir siquiera que cree en su sinceridad.
         Y no se queda conforme con esto.
         —¡Los demócratas tenemos que cerrarle el paso a la convención! —grita resueltamente.
         Y agrega:
         —El partido demócrata no participará por ningún motivo de convención alguna.
         Y acaba con una frase de don Nicolás de Piérola.
         Tres son, pues, los partidos que se han puesto ya al margen de la convención. El partido leguiísta. El partido constitucional. Y el partido demócrata. El partido leguiísta lo ha acordado con un cablegrama del señor Leguía en el bolsillo. El partido constitucional con la mano en el puño de la espada. Y el partido demócrata con la declaración de principios en la cabeza.
         Quedan solo alrededor de la convención tres partidos. El partido civil. El partido liberal. Y el partido nacional democrático. Y del partido civil se sabe que no se aviene con ninguna convención que no comience por reconocer y consagrar su hegemonía. Del partido liberal se sabe que no desea ir a la convención para ser menos en ella que el partido civil. Y del partido nacional democrático se sabe que reclama para la convención toda la amplitud posible. Aparte de que tiene colocado el pensamiento en un proyecto antiguo. El proyecto de una alianza con el partido demócrata.
         No se puede, por consiguiente, suponer que todavía exista alguna posibilidad de convención. El proyecto de la convención será votado al medio de la calle por el propio señor Pardo uno de estos días. Y del medio de la calle no habrá quien lo recoja. El señor Corbacho se ha apresurado a manifestarnos que no lo necesita para ninguna de sus colecciones nacionales.
         El proyecto de la convención se ha acabado con cuatro cartas. Con cuatro palabras. Con cuatro voces. Con cuatro soplidos. No han llegado a ser precisos los cuatro tiros al aire de una jornada cívica.
         Según el flamenquismo criollo, la postura del señor Aspíllaga fue un pinchazo bien señalado. El cablegrama del señor Leguía fue una media estocada. La carta del general Cáceres fue una estocada en todo lo alto.
         La circular de don Nicolás de Piérola ha sido un descabello al primer intento.
         Ganaremos con esto la eliminación espontánea de un tema que empezaba a volverse pesado y desabrido. Un tema que se sabía envejecido en un debate tibio y prematuro. Un tema que nos había aburrido terriblemente.
Otros temas andan cercanos.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 20 de octubre de 1918. ↩︎