2.5. Parece
- José Carlos Mariátegui
1Parece que este ministerio del señor Tudela y Varela, que es el ministerio de las cuentas del gran capitán, ha estado a punto de quebrarse, descomponerse o caerse. Parece que ha habido el peligro de una crisis parcial que habría podido acabar en crisis total. Parece que ha habido dos ministros asediados por las asechanzas del destino y por otras asechanzas más a vi esas que las del destino. Parece que durante un minuto el señor Pardo que nos manda ha sentido la voluptuosa necesidad de mudar de colaboradores. Parece que todas las amenazas han sido sujetadas y que todos los riesgos han sido conjurados. Parece que todo ha pasado. Aunque para alguna gente no haya pasado nada.
Muy pocas cosas son. Pero muchas son las cosas que parecen. Y el comentario callejero, naturalmente, tiene que nutrirse, alimentarse y engordar más de las cosas que parecen que de las cosas que son.
Hasta nosotros, hasta la estancia donde discurrimos, trabajamos y nos aburrimos conchabados con una máquina de escribir, llega todo el día lo que parece. Parece. Parece. Parece…
Oímos dialogar así a las gentes:
—¿Siempre quiere el señor don Ántero Aspíllaga ser presidente de la República? ¿Siempre es el candidato de sus flores, de sus cañaverales y de sus hijosdalgo caballos de carrera? ¿Siempre es el candidato tácito del señor Pardo y el candidato estrepitoso de don Pedro de Ugarriza? ¿Siempre es el candidato de sus ilustres hermanos don Ramón y don Baldomero?
—Parece…
—¿Y subsiste la candidatura subterránea, misteriosa y sordomuda del señor Tudela y Varela? ¿Se habla aún de la posibilidad de que la candidatura del señor Tudela y Varela suceda a la candidatura del señor Aspíllaga? ¿Realmente tiene el señor Tudela y Varela cara, ademán y talle de candidato latente?
—Parece…
—¿Y el señor don José Carlos Bernales, nuestro señor don José Carlos, sigue moldeándose sabia y pacientemente una fisonomía de hombre de transacción, un continente de hombre de transacción y un gesto de hombre de transacción?
—Parece…
—¿Y el señor don Javier Prado y Ugarteche, buen pastor de la juventud continúa de jefe de un grupo político, a pesar de haber dejado de ser jefe visible del civilismo?
—Parece…
—¿Y dura hasta ahora el proyecto de una convención, apadrinado, patrocinado y amparado por el señor don Pedro de Osma en el nombre del Partido Demócrata, de su declaración de principios, de la coalición del 95 y de la entrada de Cocharcas?
—Parece…
Todo es así.
Parece, parece, parece…
No salimos de esto sino de raro en raro. Muy de raro en raro. Vivimos consuetudinariamente rodeados de mil posibilidades. Unas risueñas. Otras torvas. Otras anodinas. Pero todas posibilidades. Cualquier cosa es acontecedera. Cualquier cosa es probable.
Y solo parece seriamente que este gabinete del señor Tudela y Varela, a pesar de todos los esfuerzos del señor Pardo para librarlo de zozobras, está como sobre espinas. Parece no más.
Muy pocas cosas son. Pero muchas son las cosas que parecen. Y el comentario callejero, naturalmente, tiene que nutrirse, alimentarse y engordar más de las cosas que parecen que de las cosas que son.
Hasta nosotros, hasta la estancia donde discurrimos, trabajamos y nos aburrimos conchabados con una máquina de escribir, llega todo el día lo que parece. Parece. Parece. Parece…
Oímos dialogar así a las gentes:
—¿Siempre quiere el señor don Ántero Aspíllaga ser presidente de la República? ¿Siempre es el candidato de sus flores, de sus cañaverales y de sus hijosdalgo caballos de carrera? ¿Siempre es el candidato tácito del señor Pardo y el candidato estrepitoso de don Pedro de Ugarriza? ¿Siempre es el candidato de sus ilustres hermanos don Ramón y don Baldomero?
—Parece…
—¿Y subsiste la candidatura subterránea, misteriosa y sordomuda del señor Tudela y Varela? ¿Se habla aún de la posibilidad de que la candidatura del señor Tudela y Varela suceda a la candidatura del señor Aspíllaga? ¿Realmente tiene el señor Tudela y Varela cara, ademán y talle de candidato latente?
—Parece…
—¿Y el señor don José Carlos Bernales, nuestro señor don José Carlos, sigue moldeándose sabia y pacientemente una fisonomía de hombre de transacción, un continente de hombre de transacción y un gesto de hombre de transacción?
—Parece…
—¿Y el señor don Javier Prado y Ugarteche, buen pastor de la juventud continúa de jefe de un grupo político, a pesar de haber dejado de ser jefe visible del civilismo?
—Parece…
—¿Y dura hasta ahora el proyecto de una convención, apadrinado, patrocinado y amparado por el señor don Pedro de Osma en el nombre del Partido Demócrata, de su declaración de principios, de la coalición del 95 y de la entrada de Cocharcas?
—Parece…
Todo es así.
Parece, parece, parece…
No salimos de esto sino de raro en raro. Muy de raro en raro. Vivimos consuetudinariamente rodeados de mil posibilidades. Unas risueñas. Otras torvas. Otras anodinas. Pero todas posibilidades. Cualquier cosa es acontecedera. Cualquier cosa es probable.
Y solo parece seriamente que este gabinete del señor Tudela y Varela, a pesar de todos los esfuerzos del señor Pardo para librarlo de zozobras, está como sobre espinas. Parece no más.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 7 de abril de 1918. ↩︎