1.8. Esta tarde…

  • José Carlos Mariátegui

 

        1Esta tarde, por obra del señor Pardo y gracia del señor Prado, será presidente del partido civil el señor don Ántero Aspíllaga. Se juntarán para nombrarlo los civilistas convocados por el señor don Enrique Echecopar. El General de Santo Domingo recobrará el viejo brillo de su grandeza histórica. Y hará su aparición oficial la primera candidatura a la presidencia de la República ocupada ahora por el señor Pardo.
        El señor Aspíllaga quiere ser presidente. Como todavía no puede serlo de la república, se apresura a serlo del civilismo. Una vez que haya adquirido el título de presidente del civilismo le parecerá sencillo cambiarlo por el de presidente de la República.
        Probablemente el señor Aspíllaga se pregunta por qué en el General de Santo Domingo no pueden darle la presidencia de la República. Y, sin lograr explicarse estas complicaciones mecánicas de nuestra democracia, debe pensar que en el General de Santo Domingo está guardada la voluntad de la república.
        Mirando al civilismo prepararse para ir hoy a la asamblea de Santo Domingo, contemplándolo cisionado, desmedrado y pálido, dice la gente espectadora:
        —¡El civilismo está viejo! ¡Está enfermo! ¡Está valetudinario!
        Y relee enseguida la nómina firmada por el señor Echecopar para analizar las furtivas semejanzas de su fisonomía, ora con la fisonomía de un cuerpo de bomberos, ora con la fisonomía de una sociedad de auxilios mutuos, ora con la fisonomía de cualquiera otra de aquellas fisonomías beneméritas de asociaciones criollas que engordan su bienaventuranza bajo el auspicio generoso de las armas de la patria.
        Después de poner los ojos en esta nómina exclama la gente:
        —¡Este es el civilismo! ¡Este es el civilismo que quiere acaudillar el señor don Ántero Aspíllaga!
        Y se asombra la gente de que el jefe del civilismo haya sido hasta estos momentos el señor don Javier Prado, que es un hombre nuevo, que es un hombre pensador y que es un hombre sabio. Que no es por ningún motivo un hombre parecido al señor don Manuel Camilo Barrios, ni al señor don Rafael Villanueva, ni al señor don Manuel Bernardino Pérez que tienen talle, ánima, traje, modal y continente de civilistas orgánicos.
        Suena por las calles esta interrogación:
        —¿Bajo la presidencia de quién se va a reunir el civilismo? ¿Bajo la presidencia del señor Echecopar?
        Y suena esta respuesta:
        —No. ¡Bajo la presidencia del señor don Manuel Camino Barrios! ¡El señor Echecopar es todavía muy joven! ¡Todavía no es sino secretario del civilismo!
        Entonces suena esta otra interrogación:
        —¿Y el señor don Javier Prado y Ugarteche?
        Y suena esta otra respuesta:
        —¡El señor don Javier Prado está en Chosica! ¡En su amado pueblo de la dulce paz, del grato sosiego y de la buena leche!
        Mientras tanto el señor don Ántero Aspíllaga siente que se renueva en su espíritu la misma ansiedad venturosa de aquellos días de 1912 en que aguardaba también que el concierto de sus buenos amigos civilistas lo hiciese presidente de la República en el general de Santo Domingo…


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 10 de marzo de 1918. ↩︎