1.13. Mayoría de tres: dos

  • José Carlos Mariátegui

 

        1Una de estas tardes, bajo el gentil auspicio del señor don Juan Pardo, conversaban en el salón de la presidencia de la Cámara de Diputados el señor Escardó y Salazar ministro de Fomento, el señor Benavides, el señor Borda y el señor Luna. Y conversaban trascendentalmente, aunque sin ceremonia, sin solemnidad y sin ruido.
        El tema de sus deliberaciones era el problema de la sucesión presidencial que tan preocupada tiene a la gente de la república, grande y chica, buena y mala, pura y deshonesta.
        Muy presidencial, muy socarrón y muy sonriente, el señor Pardo estimulaba el debate. Alentaba la libertad de las opiniones. Y favorecía las polémicas.
        Pero llegó un momento en que se adueñó de él la ansiedad voluptuosa de dirigir una votación. Quiso ver qué candidato ganaría allí, en su presencia, en una votación inmediata y nominal.
        Y, sin dar el punto por discutido, procedió a consultar así los pareceres de la pequeña asamblea:
        —Señor Borda: ¿Cuál es su candidato a la presidencia de la República?
        El señor Borda respondió con mayor presteza que si lo examinaran en la Universidad:
        —Mi candidato es el señor Bernales. El señor José Carlos Bernales.
        Apuntó el señor Pardo este voto y continuó consultando a la asamblea:
        —¿Y el de usted, señor Benavides?
        El señor don Miguel Benavides sumó su voto al del señor Borda:
        —El señor Bernales.
        Inquieto ya el señor Pardo interrogó al señor Escardó y Salazar:
        —¿Y el de usted, señor Escardó?
        Mas el señor Escardo se acordó en ese instante de que era más ministro de fomento que diputado y se excusó de votar:
        —¡Yo no tengo candidato! ¡Yo soy ministro del señor Pardo! ¡Yo soy carrilano! ¡Yo no soy político! ¡Ferrocarriles y ferrocarriles! ¡Rieles y adentro y adentro!
        Ausentes los diputados ferrocarrileros, ausente el señor don Arturo Pérez Figuerola y ausente nuestro excónsul en Cardiff señor Salomón, no hubo quien aplaudiese al señor Escardó y Salazar por esta explosión de su entusiasmo de carrilano cristalizado en su estribillo-programa:
        —¡Rieles y adentro y adentro!
        Cerrando la votación interrogó finalmente el señor Pardo al señor Luna:
        —¿Y el candidato de usted?
        El señor Luna respondió:
        —Mi candidato es el señor Tudela y Varela.
        Maquinalmente el señor Pardo proclamó el resultado de la votación:
        —Dos votos a favor del señor Bernales y un voto a favor del señor Tudela y Varela.
        Y entonces, regocijado como un leader victorioso, gritó el señor Borda:
        —¡Mayoría de votos para el señor Bernales! ¡Mayoría abrumadora! ¡Mayoría convencida!
        Pero rectificó el señor Pardo:
        —¡Solo que no ha habido quórum, señor Borda!


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 21 de marzo de 1918. ↩︎