9.10.. Lo imprevisto
- José Carlos Mariátegui
1Esta renuncia del señor Maldonado no quiere decir solamente, por lo visto, que el señor Maldonado se va del Ministerio de Hacienda. Si así fuera no nos parecería sino una renuncia sensible. Representaría para nosotros la salida del Palacio de Gobierno de uno de los ministros más estimables del señor Pardo. Pero minuto a minuto vamos sintiendo que la renuncia del señor Maldonado es, además de una renuncia sensible, una renuncia sensacional y determinativa.
Si el señor Maldonado hubiera dimitido con un pretexto convencional nada habría pasado. El gobierno le habría dado las gracias por sus excelentes servicios. Y lo habría sustituido tranquilamente con uno de los miembros del partido liberal más preparados para administrar las rentas públicas.
Mas el señor Maldonado es un varón recto y franco que no se aviene con las comedias de la política peruana. Y dijo en su renuncia por qué se iba del Ministerio de Hacienda.
Esto es lo que ha perturbado la calma criolla. El señor Maldonado no ha podido caer sin ruido ni sin estrépito. Las gentes se encuentran con que su dimisión trae una larga secuela de problemas y de complicaciones.
Y se dialoga así en las calles:
–Bueno. El señor Maldonado se va del Ministerio de Hacienda. Lo reemplazará el señor Diez Canseco o el señor Balbuena o el señor Pinzás. ¿Qué más va a pasar?
–¿Pero el criterio del señor Maldonado era su criterio personal o era el criterio del gobierno?
–Era su criterio personal.
–¿Entonces el señor Maldonado no estaba de acuerdo con la política integral del régimen? Entonces el señor Maldonado no continuaba desarrollando el programa del señor García y Lastres, que es el programa gubernativo.
–Sí.
–Luego el gabinete debía caer también.
–No. El gabinete no caerá.
–Por consiguiente, el señor Maldonado se va en desacuerdo con el gabinete y con la mayoría.
–Justo.
–El sucesor del señor Maldonado no podrá, pues, pensar lo mismo que él.
–¿Por qué no?
–Porque estaría también en desacuerdo con el gabinete y con la mayoría.
El comentario público se enreda gravemente. Las gentes se encuentran con que podría ocurrir que para que el señor Pardo mude de Ministerio de Hacienda tendría acaso que mudar de gabinete. Ven enseguida en el señor Maldonado una especie de Sansón sacudiendo las columnas del templo.
Y se preguntan:
–¿No podría componerse esto? ¿No podría quedarse el señor Maldonado?
Piensan inmediatamente en que la mayoría no podría consentirlo, en que el señor Maldonado y la mayoría no podrían subsistir juntos y en que el señor Maldonado no podría quedarse sino en el caso imposible de que, en lugar de irse él, se fuese la mayoría.
Acaba recorriendo las calles esta pregunta:
–¿Ya no se podría ir más bien la mayoría?
Otra pregunta es la respuesta:
–¿A dónde?
Si el señor Maldonado hubiera dimitido con un pretexto convencional nada habría pasado. El gobierno le habría dado las gracias por sus excelentes servicios. Y lo habría sustituido tranquilamente con uno de los miembros del partido liberal más preparados para administrar las rentas públicas.
Mas el señor Maldonado es un varón recto y franco que no se aviene con las comedias de la política peruana. Y dijo en su renuncia por qué se iba del Ministerio de Hacienda.
Esto es lo que ha perturbado la calma criolla. El señor Maldonado no ha podido caer sin ruido ni sin estrépito. Las gentes se encuentran con que su dimisión trae una larga secuela de problemas y de complicaciones.
Y se dialoga así en las calles:
–Bueno. El señor Maldonado se va del Ministerio de Hacienda. Lo reemplazará el señor Diez Canseco o el señor Balbuena o el señor Pinzás. ¿Qué más va a pasar?
–¿Pero el criterio del señor Maldonado era su criterio personal o era el criterio del gobierno?
–Era su criterio personal.
–¿Entonces el señor Maldonado no estaba de acuerdo con la política integral del régimen? Entonces el señor Maldonado no continuaba desarrollando el programa del señor García y Lastres, que es el programa gubernativo.
–Sí.
–Luego el gabinete debía caer también.
–No. El gabinete no caerá.
–Por consiguiente, el señor Maldonado se va en desacuerdo con el gabinete y con la mayoría.
–Justo.
–El sucesor del señor Maldonado no podrá, pues, pensar lo mismo que él.
–¿Por qué no?
–Porque estaría también en desacuerdo con el gabinete y con la mayoría.
El comentario público se enreda gravemente. Las gentes se encuentran con que podría ocurrir que para que el señor Pardo mude de Ministerio de Hacienda tendría acaso que mudar de gabinete. Ven enseguida en el señor Maldonado una especie de Sansón sacudiendo las columnas del templo.
Y se preguntan:
–¿No podría componerse esto? ¿No podría quedarse el señor Maldonado?
Piensan inmediatamente en que la mayoría no podría consentirlo, en que el señor Maldonado y la mayoría no podrían subsistir juntos y en que el señor Maldonado no podría quedarse sino en el caso imposible de que, en lugar de irse él, se fuese la mayoría.
Acaba recorriendo las calles esta pregunta:
–¿Ya no se podría ir más bien la mayoría?
Otra pregunta es la respuesta:
–¿A dónde?
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 27 de enero de 1918. ↩︎