4.4. Gesto tonante
- José Carlos Mariátegui
1El coronel Zapata ha tenido siempre reputación de persona discreta, ponderada y cortés. No era para menos. El coronel Zapata es socio del Club Nacional. El coronel Zapata es amigo de don Juan Pardo. El coronel Zapata es civilista. Imposible era pensar que el coronel Zapata fuese indiscreto, des cortés y mal educado.
Del coronel Zapata sabíamos todos que era militar de altas condiciones, funcionario de esclarecidas virtudes y hombre de excepcional energía. Admirábamos todas las dotes y merecimientos del coronel Zapata. Y admirábamos especialmente su energía. La energía del coronel Zapata es maravillosa. La energía del coronel Zapata es dominadora. La energía del coronel Zapata es tanta que en la mañana del 4 de febrero se instaló en el despacho de la dirección de correos y telégrafos, vestido con uniforme militar, y se quedó en él para siempre. El gobierno provisorio sintió la sugestión de este gesto de carácter y nombró director de correos al coronel Zapata horas después de que el coronel Zapata lo era. Nosotros apenas concebimos que de este rasgo de energía que honra a un ejemplar de nuestra raza no se haya hecho debido elogio y debida exaltación. Apenas nos explicamos que haya pasado casi desapercibido y no haya rodeado todavía de la admiración nacional al coronel Zapata.
Pero del coronel Zapata, a quien admirábamos en sus excelsas calidades de militar, de funcionario y de ciudadano, no sabíamos que, a pesar de ser socio del Club Nacional, amigo de don Juan Pardo, civilista y gentilhombre fuese persona mal educada. Mas acabamos de comprobarlo con dolor.
La huelga de telegrafistas ha hecho que nuestros reporteros molesten en dos ocasiones al coronel Zapata. Tratándose de un asunto de su despacho, nosotros, reverentes y respetuosos, pensábamos que la palabra más autorizada era sin discusión la palabra del coronel Zapata. Nos remitíamos absolutamente a la veracidad y justicia del coronel Zapata. Estábamos resueltos a desmentir indignados a los telegrafistas, si a juicio del coronel Zapata los telegrafistas no habían estado en lo cierto. Y con este ánimo devoto y solícito fueron nuestros reporteros donde el coronel Zapata. Y le pidieron datos sobre la huelga para nuestro periódico.
Y el coronel Zapata se tornó airado al oír invocar el nombre de nuestra hoja. La motejó de mentirosa y malévola. Amenazó a nuestros reporteros. Les volvió las espaldas. Dio una patada en el suelo. Tuvo actitudes de niño engreído a quien han enfadado. El ministro de gobierno sonrió benévolamente ante la arrogancia desdeñosa y ante el disfuerzo pueril del coronel Zapata. Fue la suya la benevolencia del padre mimoso con el niño “consentido”.
Y a nosotros nos ha consternado la violencia y la malacrianza del coronel Zapata. No las concebíamos. Nos tienen sorprendidos. Las comentamos con espanto y sorpresa. Y les decimos a las gentes:
—El coronel Zapata no tiene urbanidad.
Se lo decimos con sigilo, con reserva, con dolor, con tristeza, con contrición.
Y ha habido entre las gentes unas que nos han respondido:
—¿Cuál es la urbanidad que no tiene el coronel Zapata?
Y nosotros hemos contestado a nuestro turno:
—La urbanidad del librito de Carreño, la urbanidad de las enseñanzas domésticas, la urbanidad de las lecciones escolares, la urbanidad del buen tono, la urbanidad de todos los funcionarios asequibles con los periodistas, la urbanidad del señor Manzanilla, la urbanidad del Club Nacional, la urbanidad de don Juan Pardo, la urbanidad universal, en fin, la urbanidad que la frase criolla llama “política”.
Entonces estas gentes nos han respondido:
—Ese es un concepto hermético de la urbanidad. Un concepto personal. Un concepto anticuado. Un concepto estrecho. El concepto de ustedes. El concepto del doctor Gerardo Balbuena. El concepto del doctor Luis Varela y Orbegoso. Pero no es el concepto del coronel Zapata. La urbanidad de ustedes no es la urbanidad del coronel Zapata. La urbanidad del coronel Zapata es la urbanidad del imperialismo alemán, la urbanidad del mariscal Von Hindenburg, la urbanidad del vivac, la urbanidad del esfuerzo, la urbanidad del campamento, la urbanidad del cuartel. Una urbanidad fuerte. La urbanidad de ustedes es una urbanidad meliflua. ¿Por qué dicen ustedes que el coronel Zapata no tiene urbanidad?
Pero nosotros somos tan testarudos que esta disertación conceptuosa y profunda no ha sabido convencernos.
Del coronel Zapata sabíamos todos que era militar de altas condiciones, funcionario de esclarecidas virtudes y hombre de excepcional energía. Admirábamos todas las dotes y merecimientos del coronel Zapata. Y admirábamos especialmente su energía. La energía del coronel Zapata es maravillosa. La energía del coronel Zapata es dominadora. La energía del coronel Zapata es tanta que en la mañana del 4 de febrero se instaló en el despacho de la dirección de correos y telégrafos, vestido con uniforme militar, y se quedó en él para siempre. El gobierno provisorio sintió la sugestión de este gesto de carácter y nombró director de correos al coronel Zapata horas después de que el coronel Zapata lo era. Nosotros apenas concebimos que de este rasgo de energía que honra a un ejemplar de nuestra raza no se haya hecho debido elogio y debida exaltación. Apenas nos explicamos que haya pasado casi desapercibido y no haya rodeado todavía de la admiración nacional al coronel Zapata.
Pero del coronel Zapata, a quien admirábamos en sus excelsas calidades de militar, de funcionario y de ciudadano, no sabíamos que, a pesar de ser socio del Club Nacional, amigo de don Juan Pardo, civilista y gentilhombre fuese persona mal educada. Mas acabamos de comprobarlo con dolor.
La huelga de telegrafistas ha hecho que nuestros reporteros molesten en dos ocasiones al coronel Zapata. Tratándose de un asunto de su despacho, nosotros, reverentes y respetuosos, pensábamos que la palabra más autorizada era sin discusión la palabra del coronel Zapata. Nos remitíamos absolutamente a la veracidad y justicia del coronel Zapata. Estábamos resueltos a desmentir indignados a los telegrafistas, si a juicio del coronel Zapata los telegrafistas no habían estado en lo cierto. Y con este ánimo devoto y solícito fueron nuestros reporteros donde el coronel Zapata. Y le pidieron datos sobre la huelga para nuestro periódico.
Y el coronel Zapata se tornó airado al oír invocar el nombre de nuestra hoja. La motejó de mentirosa y malévola. Amenazó a nuestros reporteros. Les volvió las espaldas. Dio una patada en el suelo. Tuvo actitudes de niño engreído a quien han enfadado. El ministro de gobierno sonrió benévolamente ante la arrogancia desdeñosa y ante el disfuerzo pueril del coronel Zapata. Fue la suya la benevolencia del padre mimoso con el niño “consentido”.
Y a nosotros nos ha consternado la violencia y la malacrianza del coronel Zapata. No las concebíamos. Nos tienen sorprendidos. Las comentamos con espanto y sorpresa. Y les decimos a las gentes:
—El coronel Zapata no tiene urbanidad.
Se lo decimos con sigilo, con reserva, con dolor, con tristeza, con contrición.
Y ha habido entre las gentes unas que nos han respondido:
—¿Cuál es la urbanidad que no tiene el coronel Zapata?
Y nosotros hemos contestado a nuestro turno:
—La urbanidad del librito de Carreño, la urbanidad de las enseñanzas domésticas, la urbanidad de las lecciones escolares, la urbanidad del buen tono, la urbanidad de todos los funcionarios asequibles con los periodistas, la urbanidad del señor Manzanilla, la urbanidad del Club Nacional, la urbanidad de don Juan Pardo, la urbanidad universal, en fin, la urbanidad que la frase criolla llama “política”.
Entonces estas gentes nos han respondido:
—Ese es un concepto hermético de la urbanidad. Un concepto personal. Un concepto anticuado. Un concepto estrecho. El concepto de ustedes. El concepto del doctor Gerardo Balbuena. El concepto del doctor Luis Varela y Orbegoso. Pero no es el concepto del coronel Zapata. La urbanidad de ustedes no es la urbanidad del coronel Zapata. La urbanidad del coronel Zapata es la urbanidad del imperialismo alemán, la urbanidad del mariscal Von Hindenburg, la urbanidad del vivac, la urbanidad del esfuerzo, la urbanidad del campamento, la urbanidad del cuartel. Una urbanidad fuerte. La urbanidad de ustedes es una urbanidad meliflua. ¿Por qué dicen ustedes que el coronel Zapata no tiene urbanidad?
Pero nosotros somos tan testarudos que esta disertación conceptuosa y profunda no ha sabido convencernos.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 4 de octubre de 1916. ↩︎