1.13. Elogio – Una tarde Carreras
- José Carlos Mariátegui
ELOGIO1
Este arbitrario y triste peregrino,
porque vos lo queréis, quiere loaros,
y deja su nirvana por cantaros
y hace alto por vos en su camino.
Quiere que su canción tenga un
divino y milagroso don de simularos
—escalinata azul de arpegios claros—
la matinal salutación de un trino.
Y os ensueña heroína de una hermosa
leyenda en que arde la maravillosa
lámpara de Aladino.
Y, en un lírico ensueño, la cautiva
princesa que sois vos, sale a una ojiva
de su palacio para oír el trino…
porque vos lo queréis, quiere loaros,
y deja su nirvana por cantaros
y hace alto por vos en su camino.
Quiere que su canción tenga un
divino y milagroso don de simularos
—escalinata azul de arpegios claros—
la matinal salutación de un trino.
Y os ensueña heroína de una hermosa
leyenda en que arde la maravillosa
lámpara de Aladino.
Y, en un lírico ensueño, la cautiva
princesa que sois vos, sale a una ojiva
de su palacio para oír el trino…
UNA TARDE DE CARRERAS2
Fue así la tarde del domingo. Yo
me hice llevar en automóvil. Bruma.
Tarros. Jaquets. Llevé una buena
suma. (Así diría Jack el del paddock).
La carrera primera.
Una fija es La Negra dicen todos
y resulta la fija y la carrera,
y hace hablar a Castelli por los codos.
(El comisario Péndola conversa
con el señor Conroy.
Una risa. Un comento. Una perversa
mirada a Cáter. Displicente estoy).
La carrera segunda. La ocurrencia
insólita en Tirolo de ganar
fue para el “Ocurrencia” complacencia
que nunca ha de olvidar
Costa que ya perdía la paciencia.
(Boletos arrugados. Master Flirt
ha burlado otra vez mil esperanzas.
Y me ha hecho perder.
Apuestas. Datos. Cuchicheos. Chanzas).
La tercera carrera. Ha sido un trote
para el potrillo Llano que se afila
y se destaca como crack de un lote.
Castelli, triunfador, se refocila.
(El señor Orellana está inquietante.
Mil preguntas. Relinchos de Wilful.
Pasa Jena. Sigamos adelante.
Bellido luce una corbata azul.
Lo de azul es cuestión de la consonante).
Gana Jena esforzada. Hace aspavientos
—como diría Jack—,
el señor Orellana. Y a los vientos
pregona que su yegua es una crack.
(Una pizarra. Otra pizarra. Luza
anota un dividendo.
Grupo elegante. Una silueta rusa:
Walter Buse que va palideciendo).
Penúltima carrera. La revancha
ha sido para Febo esta carrera.
Alborozo en la cancha.
Un temor: ¿está exhausta mi cartera?
(Bostezamos. Abril y de Vivero
inquiere un batacazo.
Yo le doy un abrazo zalamero).
La postrera carrera. La partida
demora mucho rato.
Nadie ve esta carrera. Una caída.
Un jockey paga el pato.
Cobran los que han ganado:
Pero Grullo
Latigazos. La tarde ha terminado.
Mece como un arrullo
un rumor fatigado.
Las 6 y 30. En su birloche pasa
Buse sombrío.
Es la hora del thé. Rueda mi coche. Me
saluda un ciclista. Y hace frío…
KENDALIF
me hice llevar en automóvil. Bruma.
Tarros. Jaquets. Llevé una buena
suma. (Así diría Jack el del paddock).
La carrera primera.
Una fija es La Negra dicen todos
y resulta la fija y la carrera,
y hace hablar a Castelli por los codos.
(El comisario Péndola conversa
con el señor Conroy.
Una risa. Un comento. Una perversa
mirada a Cáter. Displicente estoy).
La carrera segunda. La ocurrencia
insólita en Tirolo de ganar
fue para el “Ocurrencia” complacencia
que nunca ha de olvidar
Costa que ya perdía la paciencia.
(Boletos arrugados. Master Flirt
ha burlado otra vez mil esperanzas.
Y me ha hecho perder.
Apuestas. Datos. Cuchicheos. Chanzas).
La tercera carrera. Ha sido un trote
para el potrillo Llano que se afila
y se destaca como crack de un lote.
Castelli, triunfador, se refocila.
(El señor Orellana está inquietante.
Mil preguntas. Relinchos de Wilful.
Pasa Jena. Sigamos adelante.
Bellido luce una corbata azul.
Lo de azul es cuestión de la consonante).
Gana Jena esforzada. Hace aspavientos
—como diría Jack—,
el señor Orellana. Y a los vientos
pregona que su yegua es una crack.
(Una pizarra. Otra pizarra. Luza
anota un dividendo.
Grupo elegante. Una silueta rusa:
Walter Buse que va palideciendo).
Penúltima carrera. La revancha
ha sido para Febo esta carrera.
Alborozo en la cancha.
Un temor: ¿está exhausta mi cartera?
(Bostezamos. Abril y de Vivero
inquiere un batacazo.
Yo le doy un abrazo zalamero).
La postrera carrera. La partida
demora mucho rato.
Nadie ve esta carrera. Una caída.
Un jockey paga el pato.
Cobran los que han ganado:
Pero Grullo
Latigazos. La tarde ha terminado.
Mece como un arrullo
un rumor fatigado.
Las 6 y 30. En su birloche pasa
Buse sombrío.
Es la hora del thé. Rueda mi coche. Me
saluda un ciclista. Y hace frío…
KENDALIF
En El Turf, Año III, N.º 39, Lima, 27-V-1916.
Referencias
-
En Revista Diplomática Peruana, Año 5, Nº 36, p.15. Lima, 2 de abril de 1972.
Inédito. Fue escrito “en el álbum de la distinguida dama Dorlisca Jiménez de Pérez Cánepa”, madre de Carlos Pérez Cánepa, el periodista que dirigió la revista Lulú; y por lo tanto cabe inferir que data de 1915 o principios de 1916. Su versión tipográfica aparece al pie del facsímil del manuscrito original. ↩︎ -
En El Turf, Año 3, Nº 39, pp. 17-18, Lima, 27 de mayo de 1916. ↩︎
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