3.14. Cosas del día: Carteras de viaje

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Buen viaje le dé Dios!
         Porque ya no cabe duda de que el señor Pardo está haciendo sus preparativos para la marcha. Por lo pronto ya tiene listas las maletas. O las “carteras” como se dice en la jerga palatina. Se conoce que la cosa apura que es una barbaridad. Y eso que estamos a ocho meses de distancia.
         Si el señor Pardo tuviera que formar gabinete en el mes de julio próximo, nos moriríamos con la sorpresa que habría de darnos.
         La opinión sobre el gabinete es unánime:
         —¿Qué opina usted del gabinete?
         —Yo no opino del gabinete: lo “desopino”. Es un ministerio absolutamente desopinado.
         —¿Por qué ha sido solicitado el señor Arenas?
         —Pardo se habría dicho: “entre cal y arena”, y ha nombrado a Arenas. Solo que este señor Arenas va a dirigir las elecciones presidenciales ni más ni menos que en 1908, en el anterior período de Pardo. Y todo pasará igual.
         —¿Porque saldrá elegido Leguía?
         —Por eso y porque será ministro el día 1º de mayo. Y Durand está en Lima.
         —Pero ahora está bien con Pardo.
         —¡Hombre! Yo no le digo a usted que esta vez Durand salga para Chosica como en la oportunidad pasada. Con los años los métodos se modifican. Pero Durand, que ha estudiado los usos y costumbres del civilismo, se cuidará de aplicarlos a las prácticas y sistemas liberales. Creo que cualquier día de estos tendremos un sonado despertar. Cuando el doctor Durand está sonriente por algo será. Y cuando el doctor Balbuena no ha querido ir al ministerio será porque algo ha olido. El doctor Balbuena tiene buen olfato. Además, crea usted en los adagios de las viejas. A la tercera va la vencida. Al señor Arenas lo han sacado dos veces del ministerio con todas las agravantes de ley, “como se pide”, que diría un mocito criollo. Y… lo que dicen las viejas: a la tercera va la vencida.
         —¿Y el Ministerio de Relaciones?
         —¡Lo siento por García! Es un buen amigo. Un joven muy simpático, muy inteligente y muy modesto. Ojalá no le dé la pantorrilla por no volver al archivo de trámites, a su empleo que servía divinamente. García debía haber ido al Ecuador. ¡Pero García de canciller!… ¡Lo siento por García!
         —¿Y Escardó en Hacienda…?
         Ya sabe usted su teoría: “rieles, rieles y adentro”.
         —¿Va a marchar, pues, el ministro como sobre rieles?
         —O se va a ir sobre rieles el ministerio…
         —¿Y el de Guerra? De ése nada tendrá usted qué decir. La opinión general…
         —La opinión general es que el señor Zuloaga es… general. Y nada más.
         —Hablemos del señor Vinelli.
         —No me gusta hablar del señor Vinelli. Cuando hablan de él se resiente. Luego tiene muchos amigos en la oposición que rompen lanzas a su favor. Hay uno que pierde el juicio y, como un loco, nos zamaquea de las solapas y nos grita: “No me toquen ustedes a Vinelli. Vinelli es una admirable persona. Vinelli no es un político; Vinelli es un estupendo farmacéutico”. Ya ve usted. No puedo hablar de Vinelli. Pero en todo caso creo que está bien en el Ministerio de Fomento. Él mismo lo ha dicho hace pocos momentos. Un amigo le preguntó: “¿Cómo le va Vinelli en el ministerio?” Y contestó: “Estoy bien, muy bien…” ¿Quién lo desmiente?
         —¿Y el de Justicia?
         —Ése es el orgullo de los liberales. El señor Pinzás dice que le habían solicitado, pero que ha cedido el puesto a Cornejo, para que tengan que hablar de los ministros liberales. El ministro liberal es lo mejorcito de esa hornada ministerial.
         —¿Será mejor que el doctor Flórez?
         —Bueno, por lo pronto Flórez le lleva chico en que tiene automóvil propio, y varias máquinas de fotografía.
         —Total…
         —Total, que el señor Pardo se ha buscado un gabinete como para él solo. Es el gabinete de un hombre que se va. Y que se va sin dejar apoderado. Por eso las carteras de viaje. Deben ponerles broches de seguridad si no quieren perder los papeles…


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 19 de diciembre de 1918. ↩︎