1.12. Otra burbuja

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Viene por ahí otra candidatura a la Presidencia de la República. Viene con paso suave y lento. Pero viene de todas maneras. Todos ustedes la ven venir. Sin embargo, tendremos que decirles que es la candidatura del señor don Enrique de la Riva Agüero.
         Como notarán ustedes es otra candidatura sacada del partido civil. Sacada del partido civil como la candidatura universitaria del señor Villarán que se esfumó junto con la última esperanza de transacción. Y sacada del partido civil como la candidatura silenciosa del señor Miró Quesada que todavía anda moviéndose en la penumbra.
         Y es que pasa una cosa. Se cree que solo una candidatura civilista puede traer abajo dentro del partido civil a la candidatura del señor Aspíllaga. Y que una candidatura distinta congregaría tal vez al civilismo, de grado o por fuerza, alrededor de la candidatura de su gentil presidente.
         Por eso el partido nacional democrático pensó un día en la candidatura del señor Villarán. Por eso una facción invisible del propio civilismo pensó otro día en la candidatura del señor Miró Quesada. Por eso el partido liberal piensa ahora, según se asegura, en la candidatura del señor don Enrique de la Riva Agüero.
         Lo que se quiere es presentarle al partido civil un candidato civilista en cada mano. Uno que sea el señor Aspíllaga en la mano derecha y otro que no sea el señor Aspíllaga en la mano izquierda. Y hablarle así:
         —Este candidato de la mano derecha es civilista; pero no cuenta con el apoyo de los demás partidos. Este candidato de la mano izquierda es civilista también. Y cuenta con el apoyo del partido liberal y del partido nacional democrático.
         Tal es el trabajo en que se hallan empeñados casi todos los políticos gobiernistas que no se avienen aún con la candidatura del señor Aspíllaga.
         La candidatura del señor Riva Agüero, por ejemplo, no es únicamente una ocurrencia del señor Riva Agüero. Es, sobre todo, conforme a lo que se cuenta en la ciudad, una ocurrencia del doctor Durand. El doctor Durand cree que la candidatura del señor Riva Agüero es una candidatura aceptable para tres partidos por tres motivos diversos. Aceptable para el partido civil porque para eso el señor Riva Agüero es civilista muy distinguido y conspicuo. Aceptable para el partido liberal porque para eso él —el doctor Durand— la patrocina. Y aceptable para el partido nacional democrático porque para eso el presidente de este partido es el señor don José de la Riva Agüero.
         Esta candidatura no tiene, pues, más fundamento que las demás candidaturas transitorias que vienen sucediéndose en el escenario político: el fundamento de las conjeturas, de las deducciones y de los cálculos mentales. Es una candidatura que, como sus congéneres y similares, no representa una certidumbre. Representa solamente una posibilidad, una presunción, una perspectiva.
         Solo que tiene un aspecto interesante. Un aspecto que ha preocupado al público. El de que parece un síntoma de que el doctor Durand no insiste por el momento en su candidatura.
         Por el momento no más…


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 22 de octubre de 1918. ↩︎