5.1. Papel y tinta
- José Carlos Mariátegui
1Hoy el señor don Ántero Aspíllaga amanece con un periódico en la mano. Un periódico totalmente suyo. Un periódico destinado a echar a los vientos las noticias de su candidatura. Un periódico que será, además de órgano del señor Aspíllaga, el órgano de la hacienda de Cayaltí, el órgano del Stud Llano y el órgano de Don Pedro de Ugarriza.
Para formalizar su candidatura no necesitaba el señor Aspíllaga sino mucho papel. Papel adicto, papel leal, papel acucioso, papel fidelísimo, papel a domicilio. Y desde hoy tiene todo el papel que necesitaba.
Entusiasmados atajan los aspillaguistas a la gente que entra al Palais Concert para preguntarle:
—¿Qué le falta al señor Aspíllaga para ser presidente de la República?
Y, como la gente se sonríe no más, ellos mismos se dan la respuesta:
—¡No le falta nada!
Y, enloquecidos, exclaman:
—¡Plata, latifundio, azúcar, jardín, caballos de carrera, automóviles, imprenta, periódico!
Y el joven artista don Ramón Aspíllaga y Anderson, que pasa en estos momentos, se pone ruboroso por estos arrebatos del aspillaguismo.
Hay gente que inquiere:
—Bueno. Pero este periódico, ¿cómo se llama? ¿Se llama órgano del señor Aspíllaga únicamente? ¿O se llama órgano del partido civil de una vez?
Y los aspillaguistas vacilan:
—Órgano del señor Aspíllaga. Y órgano del partido civil. ¿No es el señor Aspíllaga presidente del partido civil?
Pero hay gente que insiste:
—Es que el señor Aspíllaga todavía no es candidato del partido civil. Es que el señor Tudela y Varela, por ejemplo, forma parte de la directiva del partido civil. Es que el señor Villarán, además, forma parte también de la directiva del partido civil. Es que el partido civil no ha dicho hasta ahora una palabra del problema de la sucesión presidencial.
Y los aspillaguistas se encogen de hombros y contestan que eso no importa nada. El periódico es del señor Aspíllaga. El señor Aspíllaga es presidente del partido civil. El señor Aspíllaga es el candidato del señor Pardo. Y el señor Pardo es presidente de la República.
El aspillaguismo es así de optimista.
Y la aparición de un periódico propio viene a fortalecer su optimismo. Un periódico es un vocero de la opinión pública. Un periódico es una gran cosa. Acabamos de ver cómo un periódico ha causado una conflagración tremenda y pavorosa. A pesar de que era un periódico chico. Y a pesar de que no era un periódico del señor Aspíllaga.
El momento es, pues, aspillaguista.
Un papel flamante lo proclama.
Y, como es cortés darle de algún modo la bienvenida, hay que decirle que sí con la cabeza.
Por el momento.
Para formalizar su candidatura no necesitaba el señor Aspíllaga sino mucho papel. Papel adicto, papel leal, papel acucioso, papel fidelísimo, papel a domicilio. Y desde hoy tiene todo el papel que necesitaba.
Entusiasmados atajan los aspillaguistas a la gente que entra al Palais Concert para preguntarle:
—¿Qué le falta al señor Aspíllaga para ser presidente de la República?
Y, como la gente se sonríe no más, ellos mismos se dan la respuesta:
—¡No le falta nada!
Y, enloquecidos, exclaman:
—¡Plata, latifundio, azúcar, jardín, caballos de carrera, automóviles, imprenta, periódico!
Y el joven artista don Ramón Aspíllaga y Anderson, que pasa en estos momentos, se pone ruboroso por estos arrebatos del aspillaguismo.
Hay gente que inquiere:
—Bueno. Pero este periódico, ¿cómo se llama? ¿Se llama órgano del señor Aspíllaga únicamente? ¿O se llama órgano del partido civil de una vez?
Y los aspillaguistas vacilan:
—Órgano del señor Aspíllaga. Y órgano del partido civil. ¿No es el señor Aspíllaga presidente del partido civil?
Pero hay gente que insiste:
—Es que el señor Aspíllaga todavía no es candidato del partido civil. Es que el señor Tudela y Varela, por ejemplo, forma parte de la directiva del partido civil. Es que el señor Villarán, además, forma parte también de la directiva del partido civil. Es que el partido civil no ha dicho hasta ahora una palabra del problema de la sucesión presidencial.
Y los aspillaguistas se encogen de hombros y contestan que eso no importa nada. El periódico es del señor Aspíllaga. El señor Aspíllaga es presidente del partido civil. El señor Aspíllaga es el candidato del señor Pardo. Y el señor Pardo es presidente de la República.
El aspillaguismo es así de optimista.
Y la aparición de un periódico propio viene a fortalecer su optimismo. Un periódico es un vocero de la opinión pública. Un periódico es una gran cosa. Acabamos de ver cómo un periódico ha causado una conflagración tremenda y pavorosa. A pesar de que era un periódico chico. Y a pesar de que no era un periódico del señor Aspíllaga.
El momento es, pues, aspillaguista.
Un papel flamante lo proclama.
Y, como es cortés darle de algún modo la bienvenida, hay que decirle que sí con la cabeza.
Por el momento.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 1 de julio de 1918. ↩︎