2.13. Todo igual

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Seguimos viviendo entre la huelga de tranvieros y la huelga de vocales de la Junta Escrutadora. Una de estas huelgas nos tiene sin tranvías y la otra nos tiene sin credenciales. Las dos suscitan la protesta, el clamor y la exasperación.
         El gobierno del señor Pardo parece hasta ahora el padrino de las dos huelgas. Fraterniza con estos huelguistas. Y, para que no haya en las calles de la ciudad quienes los molesten, manda a todos sus gendarmes contra los huelguistas de Huacho.
         Hay momentos en que nos preguntamos si nos está gobernando el señor Pardo o si nos están gobernando los huelguistas de los tranvías o los huelguistas de la Junta Escrutadora.
         Pero respiramos luego en la atmósfera política la persuasión de que nos continúa gobernando el señor Pardo.
         El pensamiento de que nos pudieran gobernar los huelguistas de la Junta Escrutadora nos llena de sensaciones risueñas el alma. Vemos en sueño al señor Zapata y al señor Chiriboga en la Presidencia de la República. Sentimos que sería una Presidencia de la República con dos caras y con cuatro manos. Y se nos antoja que el señor Zapata firmaría sus decretos en Chosica y que el señor Chiriboga los firmaría en un escondite.
         Dentro del proceso de nuestras abstractas deducciones no es disparatado pensar que los vocales de la Junta Escrutadora pudiesen administrarnos y mandarnos como nos administra y nos manda ahora el señor Pardo.
         Esos vocales nos han hecho sentir sonoramente la fuerza de su voluntad. Porque ellos no quieren que se proclame diputado al señor Prado, nos vamos a quedar sin proclamaciones y sin credenciales. Son luego dos hombres muy importantes. Basta su decisión para que la metropolitana provincia de Lima no tenga diputados. Ellos solos representan más que siete mil electores y más que siete mil libretas de inscripción militar. Poseen la autoridad del veto electoral, el veto más interesante, más original, más nuevo y más extraordinario de todos los vetos acaso por su origen criollo y su timbre pardista.
         Burlonas gentes malévolas afirman sonrientes:
         —¡Este es un gobierno tan paternal que se solidariza con los huelguistas!
         Y es que estas burlonas gentes malévolas pretenden soliviantar a la ciudad amortecida y hacerla gritar:
         —¡Este gobierno se solidariza con los huelguistas de los tranvías!¡Y se solidariza con los huelguistas de la Escrutadora! Pero no se solidariza con los demás huelguistas. ¡A los demás huelguistas les manda sus gendarmes, sus prefectos, sus sables, sus bayonetas y sus ametralladoras que disparan solas!
         Asevera la ciudad, llena de convicción, que en el Perú para declararse en huelga se necesita estar previamente de acuerdo con el gobierno si el gobierno es del señor Pardo.
         Enseguida vuelve la ciudad a cruzarse de brazos y a verse entre la huelga de tranvieros y entre la huelga de vocales de la Escrutadora.
         Y nosotros sentimos que el ambiente se enferma de monotonía, de otoño, de neblina, de pardismo, de desazón, de miseria y de sombríos sentimientos inconfesables.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 18 de junio de 1917. ↩︎