2.12. Últimos momentos

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Caminamos hacia el veintiocho de julio, que es el día de los alborozos populares, de las iluminaciones, de las guirnaldas de papel, del Himno Nacional y de la instalación del Congreso. Antes nos van a dejar para siempre los restos de Monteagudo que no quieren pasar entre nosotros otro veintiocho de julio.
         Vemos que acaso en el día de nuestro centenario se habrán ido al blanco panteón de los mausoleos los restos de todos los hombres heroicos.
         Este veintiocho de julio que se avecina representa para todos los peruanos el regalo de un gabinete nuevo. El país acostumbra estrenar gabinete el veintiocho de julio, así como el honesto virote y el acucioso hortera acostumbran estrenar en ese día terno, zapatos y sombrero. Nada importa que el gabinete nuevo se inaugure antes del veintiocho de julio. De toda suerte se forma para que la república aguarde el veintiocho de julio con gabinete nuevo.
         Entre este día diecisiete de junio que amanece y ese día veintiocho de julio que se aproxima están únicamente las audiencias de la Corte Suprema.
         Llegaremos al veintiocho de julio sin darnos cuenta, como llegamos a todas las fechas en el Perú.
         Pero tendremos inevitablemente la seguridad de llegar sin el gabinete del señor don Enrique de la Riva Agüero que le parece a la república un fraude del destino, una broma de la historia y una ironía del señor Pardo.
         Aún no sabemos si el señor Riva Agüero se va con el señor García y Lastres, con el señor Puente, con el señor Sosa, con el señor Muñoz y con el señor Valera.
         Y pensamos que, si nos dejase al señor García y Lastres y al señor Puente, por ejemplo, preferible sería que no se fuese del Palacio de Gobierno.
         En verdad el señor Riva Agüero no es una persona ingrata. Lo es su gabinete. Y lo es su gabinete no tanto por quienes lo constituyen sino porque es un gabinete del señor Pardo.
         Por eufemismo nos hemos puesto a clamar todos los peruanos que se vaya el gabinete del señor Riva Agüero. Somos anodinos en el grito, anodinos en el ademán y anodinos en el anhelo.
         Se irá el gabinete del señor Riva Agüero y no se habrá modificado el método del señor Pardo. El señorío de la voluntad del señor Pardo, versátil como una chica bonita y testaruda como una vieja beata, continuará oprimiéndonos y ahogándonos. El ministerio nuevo tendrá otro título y otro mote, pero será siempre un gabinete del señor Pardo, cualesquiera que sean los ilustres personajes llamados para reformarlo y remendarlo.
         No es un gabinete del señor Pardo lo que ha cansado al país.
         Son tan solo las reticencias nacionales las que, desde antes del cuatro de marzo, desde el día en que nosotros empezamos a hablarle al país en un papel impreso, han encendido este grito capcioso que no dice lo que quisiera decir:
         —¿Hasta cuándo no se va este gabinete?
         Porque a partir del momento histórico de las catilinarias, el grito exasperado de los pueblos ha sido siempre el mismo:
         —¿Hasta cuándo?


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 17 de junio de 1917. ↩︎