7.6. Ovación y vuelta al ruedo

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Esta nerviosa candidatura del señor Jorge Prado, que no ha nacido del conchabamiento político sino de una vibración democrática, se ha paseado ya en hombros por las calles de Lima.
         Ha dejado de ser una candidatura de barrio, una candidatura de Palais Concert, una candidatura de casona solariega y patio grande, para empezar a ser una candidatura de plazuelas, desfiles y tumultos.
         Nosotros la pronosticamos.
         Un día sentimos en la atmósfera de nuestra calle que había una candidatura inminente muy cerca de nosotros.
         Mentalmente pasamos lista a todos nuestros vecinos ilustres y pronunciamos el nombre del señor Jorge Prado. El nombre nos dio la clave del secreto. La candidatura inminente era la candidatura del señor Jorge Prado.
         Nos preguntamos:
         —¿Candidatura civilista?
         Y adivinando nuestro pensamiento nos respondieron todas las gentes:
         —¡No! ¡Candidatura civilista, no! ¡Candidatura independiente! ¡Candidatura de la juventud! ¡Candidatura del ideal!
         Más tarde nuestra calle se llenó de adhesiones. Vinieron a ella gentes de todas partes. Gentes del suburbio y gentes del corazón de la ciudad. Y tocaron a la puerta de la casa del señor Prado para verle la cara, oírle la voz y saber si era o no candidato. El señor Prado no abrió sus puertas al principio. Habló desde la ventana. Se resistió a salir a la calle. Pero las gentes se precipitaron dentro de su patio y lo hicieron pretendiente a una de las diputaciones por Lima.
         Así nació la candidatura del señor Jorge Prado.
         Nosotros se la pronosticamos a la ciudad. Nosotros se la pronosticamos al señor Pardo. Nosotros se la pronosticamos al mismo señor Jorge Prado.
         Ayer las gentes jóvenes de la ciudad fueron a la casa del señor Jorge Prado y la hicieron vibrar con sus actos de devoción.
         Y el señor Prado les dijo:
         —¡Vamos a una plaza pública! ¡Quiero tomarle el pulso a la ciudad! ¡Y me propongo auscultar su corazón!
         Las gentes jóvenes contestaron:
         —¡Vamos! ¡Vamos!
         El señor Prado salió a la calle cargado por las gentes jóvenes. Le llevaban en hombros como se lleva a Belmonte después de las buenas corridas. Y hasta le aventaban sombreros.
         Y el señor Prado no quiso que se ratificase la proclamación de su candidatura en el patio de su casa ni en la plazuela de la Merced ni en la plazuela de la Exposición. Quiso que se ratificase en la Plaza de Armas frente a los balcones del Palacio de Gobierno que son en esta hora nacional los balcones del señor Pardo.
         La juventud, que es muy maliciosa y muy mataperra, quiso algo más. Quiso que la candidatura del señor Prado le hablase al pueblo desde el balcón municipal. Como quien dice desde el balcón del señor Luis Miró Quesada.
         Todo fue como quisieron el señor Prado y la juventud.
         En la Plaza de Armas y bajo los balcones del señor Pardo se ratificó la proclamación de la candidatura del señor Jorge Prado.
         En la Plaza de Armas y desde los balcones del señor Luis Miró Quesada le habló al pueblo el señor Jorge Prado.
         Un gesto popular y un gesto político llenos de símbolos.
         Más tarde el señor Jorge Prado fue conducido a su cuartel político nuevamente en hombros. Nuevamente en hombros, como Belmonte después de las buenas corridas.
         Y por eso el comentario político de anoche se reducía a estas palabras sintéticas:
         —Ovación y vuelta al ruedo.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 6 de mayo de 1917. ↩︎