7.5. Voto de censura
- José Carlos Mariátegui
1El trigo le continúa dando muchos dolores de cabeza al señor García y Lastres. No quiso el señor García y Lastres que se exonerase de impuesto al noble grano. Desechó el proyecto del señor Luis Miró Quesada. Se alarmó ante la posibilidad de que el gobierno hiciese excepciones extraordinarias a favor del trigo.
Hay gentes que sostienen que el señor García y Lastres dijo así:
—¡No favorezcamos al trigo! ¡No creemos para él una situación singular!
¡No le concedamos ningún privilegio! ¡La opinión pública podría hacerle serios cargos al gobierno! ¡Yo no quiero que se me suponga un protector de la importación de trigo!
El señor Luis Miró Quesada, armonizando su deber de alcalde con su deber de candidato a una diputación por Lima, sostenía la conveniencia de liberar de impuesto al trigo y a la harina. Afirmaba que los molineros necesitaban trigo barato y que los panaderos necesitaban harina barata. Se ensayaba en la oratoria parlamentaria.
Mas el señor García y Lastres no transigía:
—¡Ni el trigo ni la harina! ¡Ni la harina ni el trigo!
Y anteayer la municipalidad de Lima ha pronunciado un voto importante. Ha aprobado la gestión del señor Luis Miró Quesada a favor del trigo y de la harina. Se ha solidarizado con sus ideas. En buena cuenta ha pronunciado un voto de censura contra el señor García y Lastres.
La voz de la municipalidad de Lima ha llegado al despacho del señor García y Lastres sonoramente:
—¡Exoneremos de impuesto al trigo!
El señor García y Lastres, indignado, ha respondido desde su despacho:
—¡No me da la gana!
Y la municipalidad de Lima, porfiada y tenaz, ha decidido esperar al congreso. El congreso no pensará lo mismo que el señor García y Lastres. Oirá las razones que el señor García y Lastres no ha querido oír. Hará lo que el señor García y Lastres no ha querido hacer. Y el señor García y Lastres tendrá que acudir al congreso a discutir con él sobre el trigo, si hasta entonces es ministro.
El voto de la municipalidad de Lima ha tenido especial resonancia en la ciudad. Toda la ciudad ha dicho que el señor García y Lastres está censurado. No ha podido censurarlo el congreso. Pero lo ha censurado la municipalidad. No hay, sino que abrir los ojos y leer los periódicos para darse cuenta de ello. El señor García y Lastres no ha aceptado la exoneración del impuesto al trigo y a la harina pedida por el señor Miró Quesada. Y la municipalidad se ha solidarizado con la petición y con el pensamiento del señor Miró Quesada. Si el señor García y Lastres fuese concejal, habría ya un motivo para insinuarle que renunciase el ministerio.
Pero se piensa, sin embargo, que el trigo y la harina serán la causa de que el señor García y Lastres se vaya del gobierno.
El país ha encontrado al fin la forma de desesperar al señor García y Lastres. Y el país es muy dado a la zumba y al humorismo. Hostigará al señor García y Lastres implacablemente con el tema que más le fastidia y molesta. Se quejará eternamente contra el pan que está tan chico y que está tan caro.
Y, tal vez, la historia tendrá que decir mañana que las gentes malignas de este país sacaron al señor García y Lastres del ministerio de hacienda tirándole granitos de trigo a la cabeza hasta volverlo loco.
Hay gentes que sostienen que el señor García y Lastres dijo así:
—¡No favorezcamos al trigo! ¡No creemos para él una situación singular!
¡No le concedamos ningún privilegio! ¡La opinión pública podría hacerle serios cargos al gobierno! ¡Yo no quiero que se me suponga un protector de la importación de trigo!
El señor Luis Miró Quesada, armonizando su deber de alcalde con su deber de candidato a una diputación por Lima, sostenía la conveniencia de liberar de impuesto al trigo y a la harina. Afirmaba que los molineros necesitaban trigo barato y que los panaderos necesitaban harina barata. Se ensayaba en la oratoria parlamentaria.
Mas el señor García y Lastres no transigía:
—¡Ni el trigo ni la harina! ¡Ni la harina ni el trigo!
Y anteayer la municipalidad de Lima ha pronunciado un voto importante. Ha aprobado la gestión del señor Luis Miró Quesada a favor del trigo y de la harina. Se ha solidarizado con sus ideas. En buena cuenta ha pronunciado un voto de censura contra el señor García y Lastres.
La voz de la municipalidad de Lima ha llegado al despacho del señor García y Lastres sonoramente:
—¡Exoneremos de impuesto al trigo!
El señor García y Lastres, indignado, ha respondido desde su despacho:
—¡No me da la gana!
Y la municipalidad de Lima, porfiada y tenaz, ha decidido esperar al congreso. El congreso no pensará lo mismo que el señor García y Lastres. Oirá las razones que el señor García y Lastres no ha querido oír. Hará lo que el señor García y Lastres no ha querido hacer. Y el señor García y Lastres tendrá que acudir al congreso a discutir con él sobre el trigo, si hasta entonces es ministro.
El voto de la municipalidad de Lima ha tenido especial resonancia en la ciudad. Toda la ciudad ha dicho que el señor García y Lastres está censurado. No ha podido censurarlo el congreso. Pero lo ha censurado la municipalidad. No hay, sino que abrir los ojos y leer los periódicos para darse cuenta de ello. El señor García y Lastres no ha aceptado la exoneración del impuesto al trigo y a la harina pedida por el señor Miró Quesada. Y la municipalidad se ha solidarizado con la petición y con el pensamiento del señor Miró Quesada. Si el señor García y Lastres fuese concejal, habría ya un motivo para insinuarle que renunciase el ministerio.
Pero se piensa, sin embargo, que el trigo y la harina serán la causa de que el señor García y Lastres se vaya del gobierno.
El país ha encontrado al fin la forma de desesperar al señor García y Lastres. Y el país es muy dado a la zumba y al humorismo. Hostigará al señor García y Lastres implacablemente con el tema que más le fastidia y molesta. Se quejará eternamente contra el pan que está tan chico y que está tan caro.
Y, tal vez, la historia tendrá que decir mañana que las gentes malignas de este país sacaron al señor García y Lastres del ministerio de hacienda tirándole granitos de trigo a la cabeza hasta volverlo loco.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 5 de mayo de 1917. ↩︎