7.16. Vítores, vítores, vítores

  • José Carlos Mariátegui

 

        1El ombligo de las candidaturas independientes sigue en nuestro barrio. Y la simpatía con las candidaturas independientes sigue siendo para nosotros una cuestión de vecindad. Parados en nuestra puerta sabemos que a un lado nuestro está la candidatura del señor Torres Balcázar y a otro lado nuestro la candidatura del señor Jorge Prado.
        Ayer volvió a sonar en nuestro barrio, en nuestra manzana, a un paso de nosotros, el grito electoral de los hombres independientes. Llegó hasta nuestra casa el eco de los discursos sonoros. Y nos callamos con una mano en una oreja para oír la voz de la vibrante dialéctica como nos callamos a veces para oír la voz de la opereta vienesa.
        Un día fue el balcón municipal el plinto de la candidatura del señor Prado.
        Otro día ha sido el escenario del Teatro Municipal el plinto de la misma candidatura bizarra.
        El señor Prado ha querido siempre subir a los proscenios del señorío del alcalde para hablarle al pueblo con toda la autoridad arrogante de un burgomaestre.
        Ha resonado en nuestra estancia el ruido de una ovación tremenda. Palmas, palmas, palmas. Vítores, vítores, vítores.
        Nos hemos puesto de pie ante nuestra máquina de escribir y os hemos preguntado:
        —¿Esto es una jornada cívica?
        Nosotros mismo hemos tenido que tranquilizarnos:
        —¡Es una asamblea teatral!
        Y, solicitados por la curiosidad y el entusiasmo, hemos dejado nuestra casa para entrar corriendo en el Teatro Municipal.
        En el teatro Municipal nos han dicho:
        —¡Entre, entren ustedes! ¡Aquí está toda la juventud! ¡Aquí está todo Lima!
        Y dentro del cónclave fervoroso y exaltado de hombres independientes nos hemos sentido también fervorosos y exaltados.
        Ha vibrado la palabra del señor Pedro de Oliveira con entonaciones de reproche y crítica para nuestra democracia y para nuestro gobierno.
        Y ha vibrado la palabra del señor Jorge Prado con entonaciones de programa parlamentario y de credo político…
        —¡Yo pienso que estos son nuestros problemas económicos! ¡Yo pienso que aquellos son nuestros problemas sociales! ¡Yo pienso que estos son nuestros problemas militares!
        El comentario ha sido uno solo.
        Y más tarde toda esta muchedumbre de hombres importantes y de hombres modestos, de hombres viejos y de hombres jóvenes, de hombres grandes y de hombres chicos ha salido a la calle con el señor Prado en andas.
        Hemos tenido que pegarnos a un portal para que esa muchedumbre no nos matase.
        Y la candidatura del señor Prado, en hombros de la multitud como los toreros fenómenos, ha vuelto a ir hasta la Plaza de Armas para que el señor Pardo escuchase sus gritos y viese su desfile tras de los estores de un balcón de Palacio.
        Ha salido del Teatro Municipal para afirmar en la Plaza de Armas con toda la fuerza de sus clamores:
        —¡Esta es la reacción de los ciudadanos contra las imposiciones! ¡Esta es la reacción de los ciudadanos contra el desarme del ejército! ¡Esta es la reacción de los ciudadanos contra la política del Palacio de Gobierno!
        Se ha agitado la ciudad intensamente como si un temblor la hubiera sacudido.
        Y se ha conmovido el sismógrafo de la Sociedad Geográfica.
        La semana de las emociones democráticas ha tenido una vibración violenta y pujante.
        Los transeúntes han abierto calle al desfile del tumulto cívico y se han pegado a las paredes y a los portales para que el roce de los hombres tumultuosos no les contagiase su fiebre.
        Y tras de las ventanas de Palacio se ha apagado una luz pensativa que brillaba como una pupila inquieta y enconada.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 16 de mayo de 1917. ↩︎