5.4. Vox clamantis

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Anoche llegó a esta imprenta una información oficial del partido nacional democrático. Pero, como desde la renuncia del ministro de guerra nos hemos tornado muy cautelosos, no la publicamos. Se nos antojó que era una información apócrifa. Y era natural que así se nos antojase. Contaba la información que el señor don José de la Riva Agüero, presidente del partido nacional democrático, había ido a Palacio a pedir garantías para el señor Rizo Patrón.
         Pensábamos nosotros que no podía ser cierto que el señor Riva Agüero hubiese ido a Palacio a pedir garantías para un candidato futurista. Pensábamos nosotros que el señor Riva Agüero andaba ya olvidado del partido nacional democrático. Pensábamos nosotros que ya no había en el Perú un solo candidato que aceptara apodarse candidato futurista. Pensábamos nosotros que era la hora de hacer una enquêtte humorística para saber cuántos futuristas quedaban en la república.
         Y, pues así pensábamos, tuvimos que pensar también que la información que se nos mandaba era apócrifa como la renuncia de carnaval del ministro de guerra. Íbamos a tirarla al canasto, pero preferimos guardarla para llevársela al agente fiscal y decirle que había en Lima gentes mal intencionadas que engañaban a los periódicos.
         Mas ayer nos hemos dado con que la información no era apócrifa sino auténtica y con que, efectivamente, el señor Riva Agüero había ido a pedir garantías al gobierno para el señor Rizo Patrón, candidato futurista a la diputación por el Dos de Mayo.
         Y se nos ha caído el alma al suelo.
         Todo se nos podía ocurrir, menos que el partido futurista tuviera aún algún candidato, a excepción del señor Salinas Cossío que quiere sentirse únicamente candidato agrario y del señor Víctor Andrés Belaunde que quiere sentirse únicamente candidato conservador.
         Hemos tenido que encontrar muy razonable, muy acertado y muy inteligente el comentario ciudadano cuando nos ha atajado en las calles para decirnos agitando las manos de alborozo:
         ―¡El señor Pinzás ya es diputado! ¡Y no porque haya ganado las asambleas! ¡Únicamente porque el señor Rizo Patrón es futurista!
         Hemos sentido que el comentario ciudadano no se engaña y hemos pensado que ha sido grande nuestro tino cuando hemos dicho que el señor Sayán Palacios no tendría tan unánimes expectativas de éxito si el señor Salinas y Cossío, no fuese candidato futurista y si fuese únicamente candidato agrario.
         Y el comentario ciudadano se ha echado a buscar explicaciones para la actitud del señor Riva Agüero.
         Nos ha asaltado en una esquina para decirnos:
         ―¡Ya está! ¡Ya está!
         Y después de una pausa jadeante:
         ―El señor Riva Agüero ha sabido que los diputados independientes pedían garantías para el señor Grau, que el señor Jorge Prado pedía garantías para los candidatos civilistas, que el general Cáceres pedía garantías para los candidatos constitucionales. ¡Y ha comprendido que su partido tenía que hacer lo mismo que las personas grandes!
         Otra murmuración suelta dice:
         ―¡Solo una cosa les faltaba a los futuristas: pedirle garantías al gobierno!
         Y otra murmuración agrega:
         ―¡Y solo una cosa le faltaba al señor Rizo Patrón: que el señor Riva Agüero pidiera garantías para él!
         Cosa es de pensar que este es un momento de pedir garantías. No es posible pedir nada más. Y en esto se compendia toda la hora actual de nuestra historia. Grandes y chicos piden garantías. El país entero alza las manos y pide garantías. La prensa, en uno u otro tono, pide garantías.
         Garantías, garantías y garantías.
         Son el único anhelo de nuestro presente.
         El progreso, el bienestar, la felicidad, la fortuna, no tienen siquiera mención en labios peruanos porque sería anacrónico que la tuvieran.
         Y andamos de tal suerte que, si no le pedimos al gobierno garantías, le pediríamos la guerra contra Alemania.
         O la restauración del imperio del Tahuantinsuyo con el señor Daniel Alomía Robles de Inca y Soberano y con el señor Julio Tello de sumo sacerdote, profeta, hierofante, amauta, etc.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 4 de marzo de 1917. ↩︎