5.2. Adjetivos

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Para todas las candidaturas hay en las calles una definición risueña o ceñuda, benévola o malévola, amable o agresiva, dulce o agria, que se prodiga en adjetivos de todas clases.
         Trashumantes, volanderos, ágiles y tornadizos corren los adjetivos por las calles metropolitanas, lleva dos de la mala intención y del leve propósito unos y como mensajeros de la amorosa amistad y de la generosa simpatía otros.
         Nosotros nos hemos dado a la empresa de asirlos, enamorados de unos porque son graves, enamorados de otros porque son agudos y enamorados de los demás porque son esdrújulos.
         Y aquí los hacemos nuestros solo porque son graves, agudoso esdrújulos, en las definiciones que el concepto callejero forja para las candidaturas del día.
         Hablan las gentes de las calles:
         ―¡A ver! ¡A ver! ¡Una frase calificativa para la candidatura del doctor Víctor Andrés Belaunde a la diputación por Arequipa!
         ―¿Una frase sola? ¡Imposible! ¡La candidatura del doctor Víctor Andrés Belaunde necesita un discurso completo!
         Y vienen luego las definiciones, todas obra de la colaboración y de la solidaridad:
         ―La candidatura del señor Torres Balcázar es roja, persuasiva, sonora, obesa y marcial.
         ―Tiene del toque de atambor y del son de zafarrancho. Y tiene de la candidatura yanqui y de la candidatura criolla: carteles y cerveza Pilsen, conferencias al aire libre y pisco, cinematógrafo y marinera.
         ―La candidatura del señor Balbuena es risueña, alborozada, optimista y amistosa. Tiene la vivacidad de la ardilla, la jovialidad del jilguero púber y la oportunidad del helado de carretita.
         ―La candidatura del señor Miró Quesada es elegante, universitaria, civilista, civilista y circunspecta. Tiene la autoridad de la alcaldía, el atildamiento del frac nuevo y la corrección del pavimento de asfalto comprimido.
         ―La candidatura del señor Mariano H. Cornejo es suntuosa, grandilocuente, apostólica y máxima. Tiene la grandeza de la candidatura nacional, la solemnidad del discurso de orden y la geometría simbólica del anaquel de cedro.
         ―La candidatura del señor Urquieta es bipartita, herética, sectaria y burocrática. Tiene la espumante y desbordante espontaneidad de la chicha y de otras fermentaciones criollas.
         ―La candidatura del señor Manuel Camilo Barrios es patriarcal, pontificia, grave y típica. Tiene el sobrio tributo del derecho divino y participa de los conceptos metafísicos del emperador de Alemania.
         ―La candidatura del señor Tello es arqueológica, abstracta, idealista y simbólica. Tiene el prestigio de la tradición, del huaco y del Coricancha. Se encuentra comprendida entre las cosas que piensa archivar el señor Corbacho, singularmente por su valor teosófico.
         ―La candidatura del señor Manuel Vicente Villarán es científica, única, majestuosa y catedrática. Tiene la trascendencia, del bufete concurrido, del cristal diáfano y del escritorio de caoba.
         ―La candidatura del señor Víctor Andrés Belaunde es cristiana, mística, nacionalista y retórica. Tiene el idealismo del ejército de salvación y de la paz universal.
         Y así puedo terminar la primera parte de una serie de las definiciones callejeras.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 2 de marzo de 1917. ↩︎