4.2. Política y caballos

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Una acendrada afición nuestra nos hará coincidir siempre con el doctor Químper: las carreras de caballos. Y nos hará coincidir siempre también con el señor Checa. Y con muchas personas.
         La fiesta de nuestros amores está ahora dada al olvido. El verano la ha proscrito. Únicamente una ceremonia en el stud del señor Checa ha podido restituirnos a su recuerdo y a sus emociones, en los últimos días.
         Todos nuestros ilustres amigos del Jockey Club estaban en el stud del señor Checa. Y estaba, además, Gaona elegido padrino de un caballo del señor Checa.
         Nosotros en un paréntesis llevamos la política al hipódromo para preguntarle a nuestro amigo el señor Checa:
         —¿Ya no es usted candidato a la diputación de Piura?
         —Ya no. ¡Ahora solo soy turfista!
         —¿Ya no piensa usted en la política?
         —Ahora solo pienso en mis caballos de carrera.
         —¿A pesar de todos sus contribuyentes? ¿A pesar de todos sus electores?
         ¿A pesar de todas sus fuerzas políticas?
         —A pesar de todo.
         —¿Desiste usted de la lucha como el señor Riva Agüero? ¿O desiste usted como el señor Dunstan no más?
         —¡Ni como el señor Riva Agüero ni como el señor Dunstan! ¡Desisto a mi manera!
         Y luego la declaración del señor Checa buscó el amable apoyo de una opinión inmediata:
         —¿No le parece, Gaona?
         Gaona respondió:
         —¡Claro!
         Y vino enseguida el bautizo de un potrillo del señor Checa. El señor Checa le había elegido el nombre de Gaona. Y Gaona estaba muy contento y complacido. Pero el doctor Químper, que en la política y en el turf tiene siempre muy buen humor, detuvo por un momento la ceremonia:
         —¿Se va a llamar Gaona el potrillo? ¡No puede ser!
         Hubo una sorpresa unánime porque el señor Químper tenía seria la cara y grave la entonación:
         —¿Por qué?
         La respuesta del doctor Químper siguió festiva:
         —Porque llamándose Gaona será preciso que pare los pies. Y esto no estaría bien en un potrillo de carrera.
         Hubo coro de risas y apostillas. Y el señor Químper, restituido a su calidad de diputado de la minoría, nos llamó aparte para hacernos estas observaciones:
         —¡Es una tontería llamar Gaona a un caballo de carrera! ¡Hay que elegirlos a los caballos nombres sensacionales que se popularicen! ¡Mis caballos sí han sido bautizados con gracia! Ahora mismo he inscrito a mis nuevos potrillos con estos nombres: Dictadura, Fiscal, Bloquista, Brea y Pariñas. ¡Así mismo! ¡En este orden!
         Sentimos que el doctor Químper era a todas horas un diputado de oposición y lo aplaudimos:
         —¡Bravo!
         Y en este momento en que escribimos sobre estas cosas, que es escribir sobre la política y las carreras de caballos, pensamos que el gobierno debía impedir que el stud del doctor Químper adquiriese caballos nuevos. Y que hace falta en el día un decreto. Nosotros lo comentaríamos amable y comprensivamente.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 2 de febrero de 1917. ↩︎