4.16. Lejos de la política
- José Carlos Mariátegui
1El vapor “Urubamba” nos trajo ayer al doctor Manzanilla. Esto basta para que el vapor “Urubamba” pase a la celebridad. Al espíritu nacionalista y proteccionista del doctor Manzanilla debe esta gracia la Compañía Peruana de Vapores.
Y el “Urubamba”, para tranquilidad de nuestros nervios, ha llegado al Callao sin un tropiezo sanitario, sin un accidente marítimo y sin un encuentro con los submarinos alemanes tentados de presentarse en el Pacífico.
El doctor Manzanilla está igual. El viaje no le ha desmejorado ni le ha mejorado. Se diría que ha sido respetuoso y que no ha querido modificar al ilustre presidente de la Cámara de Diputados en ninguna modalidad física.
La ciudad lo ha rodeado de mimos. Lo ha abrazado y lo ha aplaudido. Y se ha llenado de regocijo y de placer. Si el “Urubamba” hubiera sido puesto en cuarentena, habría sobrevenido un mitin o una asonada.
Nosotros, como todo el mundo, hemos corrido también a darle nuestra bienvenida y nuestro abrazo.
Y hemos dialogado efusivamente con él.
—¿Muy interesante La Habana, doctor?
—Muy interesante y muy bella. ¡Sin reportaje y con reportaje, admirable!
—¿Y el congreso panamericano?
—Breve. Todos los acuerdos postergados.
—¿Y usted muy bueno?
—¡Buenísimo! ¡Como me ven ustedes!
—¿Y los cigarrillos?
—¡Espléndidos! Pero yo no fumo.
—¿Y los yanquis?
—¡Prácticos!
—¿Y la revolución?
—¡Posterior a mi partida! ¡Ya ustedes lo saben! ¡Yo estoy siempre lejos de las conflagraciones! ¡Gran suerte!
Una pausa.
Un periodista compañero nuestro ha hecho apuntes de reportaje y el doctor Manzanilla le ha hablado de la grandeza de La Habana y del confort del “Urubamba”.
Y el diálogo nuestro se ha reanudado para que el doctor Manzanilla nos diga:
—¡Les he traído un libro de versos!
Únicamente al despedirnos nos hemos acordado de la política peruana.
—¡Ha estado usted lejos de la política peruana mes y medio!
Y el doctor Manzanilla se ha apresurado a decirnos:
—¡Y voy a seguir lejos de ella por algún tiempo! ¡Partiré muy pronto para Ica! ¡Ica es deliciosa!
—¿Y la política peruana?
—También.
—Aquí le han supuesto en conferencias con el doctor Isaac Alzamora.
—No me molesta. Pero yo no he ido siquiera a New York. En New York están ahora muy malas las calzadas. Se está reparando todo el pavimento de la ciudad. Además, New York está muy agitado por la guerra. ¡Y yo quiero estar siempre lejos de las conflagraciones!
Así nos hemos despedido.
En la esquina hemos tornado a acordarnos de la política para pensar que ya el doctor Ulloa no es presidente de la Cámara de Diputados.
Pero enseguida nos hemos dado cuenta de que va a tornar a serlo en cuanto el doctor Manzanilla parta para Huacachina, tan amable, tan plácida y tan alegre en estas horas en que la política veranea.
Y el “Urubamba”, para tranquilidad de nuestros nervios, ha llegado al Callao sin un tropiezo sanitario, sin un accidente marítimo y sin un encuentro con los submarinos alemanes tentados de presentarse en el Pacífico.
El doctor Manzanilla está igual. El viaje no le ha desmejorado ni le ha mejorado. Se diría que ha sido respetuoso y que no ha querido modificar al ilustre presidente de la Cámara de Diputados en ninguna modalidad física.
La ciudad lo ha rodeado de mimos. Lo ha abrazado y lo ha aplaudido. Y se ha llenado de regocijo y de placer. Si el “Urubamba” hubiera sido puesto en cuarentena, habría sobrevenido un mitin o una asonada.
Nosotros, como todo el mundo, hemos corrido también a darle nuestra bienvenida y nuestro abrazo.
Y hemos dialogado efusivamente con él.
—¿Muy interesante La Habana, doctor?
—Muy interesante y muy bella. ¡Sin reportaje y con reportaje, admirable!
—¿Y el congreso panamericano?
—Breve. Todos los acuerdos postergados.
—¿Y usted muy bueno?
—¡Buenísimo! ¡Como me ven ustedes!
—¿Y los cigarrillos?
—¡Espléndidos! Pero yo no fumo.
—¿Y los yanquis?
—¡Prácticos!
—¿Y la revolución?
—¡Posterior a mi partida! ¡Ya ustedes lo saben! ¡Yo estoy siempre lejos de las conflagraciones! ¡Gran suerte!
Una pausa.
Un periodista compañero nuestro ha hecho apuntes de reportaje y el doctor Manzanilla le ha hablado de la grandeza de La Habana y del confort del “Urubamba”.
Y el diálogo nuestro se ha reanudado para que el doctor Manzanilla nos diga:
—¡Les he traído un libro de versos!
Únicamente al despedirnos nos hemos acordado de la política peruana.
—¡Ha estado usted lejos de la política peruana mes y medio!
Y el doctor Manzanilla se ha apresurado a decirnos:
—¡Y voy a seguir lejos de ella por algún tiempo! ¡Partiré muy pronto para Ica! ¡Ica es deliciosa!
—¿Y la política peruana?
—También.
—Aquí le han supuesto en conferencias con el doctor Isaac Alzamora.
—No me molesta. Pero yo no he ido siquiera a New York. En New York están ahora muy malas las calzadas. Se está reparando todo el pavimento de la ciudad. Además, New York está muy agitado por la guerra. ¡Y yo quiero estar siempre lejos de las conflagraciones!
Así nos hemos despedido.
En la esquina hemos tornado a acordarnos de la política para pensar que ya el doctor Ulloa no es presidente de la Cámara de Diputados.
Pero enseguida nos hemos dado cuenta de que va a tornar a serlo en cuanto el doctor Manzanilla parta para Huacachina, tan amable, tan plácida y tan alegre en estas horas en que la política veranea.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 16 de febrero de 1917. ↩︎