3.2. Besamanos

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Hace muchas horas que estamos palpando, respirando y viendo al año nuevo. Lo palpamos, lo respiramos y lo vemos en todo. Lo palpamos, lo respiramos y lo vemos en la nochebuena, en los restoranes, en el tráfico callejero, en los trajes elegantes, en las caras regocijadas y en las ediciones gordas de los diarios. Las ediciones de los diarios nos han dejado ahítos de sinopsis. Año político, año universitario, año teatral, año literario, año artístico, año económico, año feliz. Nos cansamos las manos y los ojos con tantas páginas y tantos colores. Y nos perdemos en unas y en otros.
         Y hemos palpado, respirado y visto el año nuevo, como en ninguna cosa y como en ningún lugar, en el besamanos de Palacio. Hemos sentido que el besamanos es la ceremonia más transcendental del 1.o de enero. Y hemos pensado que debía realizarse en el templo metropolitano después de un tedeum muy solemne y muy majestuoso.
         El señor Pardo recibió ayer el homenaje de muchas personas. Funcionarios, diputados, senadores, grandes hombres, postulantes, candidatos, amigos personales. Un escalafón social y político dejó en los salones de Palacio la rúbrica de sus genuflexiones.
         Y el señor Pardo sintió la caricia y la satisfacción de tantos votos patrióticos y religiosos.
         El país entero, por boca de sus hombres distinguidos, le decía:
         —¡Feliz año nuevo!
         Y le estrechaba la mano para que el señor Pardo se la estrechase también y le retornase el cumplido.
         Besamanos ritual.
         Pero las gentes escépticas, que nunca quieren aceptar la grandeza y superioridad del suceso postrero, movían la cabeza cuando se hablaba en las calles del besamanos:
         ¡No! ¡El año pasado hubo más gente! ¡El año pasado hubo más ilusión! ¡El año pasado hubo más entusiasmo! ¡El año pasado fue mejor!
         Los áulicos les contradecían con tibieza y las gentes escépticas les replicaban con sus interrogaciones:
         —¡A ver! ¿Estuvo el señor Javier Prado y Ugarteche?
         —El señor Javier Prado y Ugarteche está enfermo.
         —¡A ver! ¿Estuvo el señor Carlos Borda, diputado por Lima?
         —El señor Carlos Borda es de la minoría.
         —¡A ver! ¿Estuvo el señor Manuel Químper, el otro diputado por Lima?
         —El señor Manuel Químper también es de la minoría.
         —¡A ver! ¿Estuvo el señor Arturo Osores?
         —El señor Osores vive en Chosica.
         —¡A ver! ¿Estuvo Gaona?
         —¡Hombres! ¡Gaona es mexicano!
         Y aquí se paraban las preguntas. Mas los áulicos insistían:
         —¡Pero estuvo el señor Balbuena! ¡Pero estuvo el señor Manuel Bernardino Pérez! ¡Pero estuvo también el señor Pérez de la prórroga! ¡Pero estuvieron todos los señores Pérez!


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 2 de enero de 1917. ↩︎