2.12. Antes del preludio
- José Carlos Mariátegui
1Vamos a tener a la dictadura fiscal con decoración de drama. Y esto nos consterna profundamente. Nos sentíamos casi defraudados. Esperábamos que la dictadura fiscal tuviese decoración de opereta.
Estamos a punto de salir a las calles gritando que nos han estafado. Nos detiene la reflexión de que no sabríamos añadir quién ni cómo.
Pero a la verdad que tenemos derecho para desolarnos, para entristecernos y para protestar.
La dictadura fiscal, con Franz Lehar, con Esperanza Iris, con La Viuda Alegre y con El Soldado de Chocolate, habrá sido deliciosa. Vals vienés, popurrí cosmopolita, baile húngaro y chiste español.
La dictadura fiscal. con Echegaray, con María Guerrero, con Mancha que limpia y con la fuente amarga, va a ser inquietante. Gritos, declamaciones, catástrofes, muertes.
Nos privamos de miedo.
Pensamos que el señor Pardo se ha empeñado en armonizar la dictadura fiscal, las maniobras militares y el drama español.
¡Misericordia, Señor!
Las maniobras militares nos han puesto con el alma en un hilo. Primero nos arrebataron belicosamente. Luego nos hicieron héroes. Hacíamos de cada periódico una corneta y tocábamos zafarrancho, que es lo único que sabemos tocar. Por último, el simulacro, la pólvora, los cañones, las espadas, el general Puente y el coronel Sarmiento nos pusieron atemorizados y medrosos como unas criaturas.
Y el drama español, el drama tremendo, el drama catástrofe, nos va a hacer dar diente con diente.
La dictadura fiscal va a llegar a este paso hecha una tragedia. Nos vamos a imaginar por primera vez que el señor Pardo se ha puesto máscara y coturno. Y nos vamos a esconder entre los bastidores.
Ya las gentes no se ríen de la dictadura fiscal. Ya fruncen el entrecejo. Ya se ponen serias.
Y es que han visto en el almanaque que estamos a 11 de diciembre y que dentro de veinte días habrá llegado el año nuevo, habrá nacido el Niño Jesús y habrá salido el decreto de la prórroga del presupuesto.
Hay la misma impresión que debe haber cuando se acerca una fecha para la cual se ha pronosticado un terremoto.
Las gentes nos asaltan y nos preguntan:
—¿Qué va a ser de nosotros?
Lo mismo que nosotros, que pronosticamos la catástrofe, preguntábamos hace mes y medio, cuando las gentes nos respondían con gesto risueño y displicente.
Y luego las gentes nos interrogan angustiadas:
—¿Qué va a hacer el partido civil? Nosotros nos hacemos los displicentes:
—¡Quién sabe!
Y entonces las gentes nos suplican:
—¡Vayan a preguntárselo al señor Prado y Ugarteche!
Obedecemos.
Pero en la casa del señor Prado y Ugarteche nos dicen que el señor Prado y Ugarteche está enfermo:
Y como las gentes nos siguen interrogando qué va a hacer el partido liberal y qué va a hacer el partido liberal, corremos a buscarlos.
Para que nos cuenten que el partido constitucional está jugando al encasillado y que el partido liberal está tomando chocolate.
Nos quedamos a solas con nuestro miedo y con el de los demás. Y sentimos que toda la ciudad está murmurando:
— ¡Tenemos drama!
Estamos a punto de salir a las calles gritando que nos han estafado. Nos detiene la reflexión de que no sabríamos añadir quién ni cómo.
Pero a la verdad que tenemos derecho para desolarnos, para entristecernos y para protestar.
La dictadura fiscal, con Franz Lehar, con Esperanza Iris, con La Viuda Alegre y con El Soldado de Chocolate, habrá sido deliciosa. Vals vienés, popurrí cosmopolita, baile húngaro y chiste español.
La dictadura fiscal. con Echegaray, con María Guerrero, con Mancha que limpia y con la fuente amarga, va a ser inquietante. Gritos, declamaciones, catástrofes, muertes.
Nos privamos de miedo.
Pensamos que el señor Pardo se ha empeñado en armonizar la dictadura fiscal, las maniobras militares y el drama español.
¡Misericordia, Señor!
Las maniobras militares nos han puesto con el alma en un hilo. Primero nos arrebataron belicosamente. Luego nos hicieron héroes. Hacíamos de cada periódico una corneta y tocábamos zafarrancho, que es lo único que sabemos tocar. Por último, el simulacro, la pólvora, los cañones, las espadas, el general Puente y el coronel Sarmiento nos pusieron atemorizados y medrosos como unas criaturas.
Y el drama español, el drama tremendo, el drama catástrofe, nos va a hacer dar diente con diente.
La dictadura fiscal va a llegar a este paso hecha una tragedia. Nos vamos a imaginar por primera vez que el señor Pardo se ha puesto máscara y coturno. Y nos vamos a esconder entre los bastidores.
Ya las gentes no se ríen de la dictadura fiscal. Ya fruncen el entrecejo. Ya se ponen serias.
Y es que han visto en el almanaque que estamos a 11 de diciembre y que dentro de veinte días habrá llegado el año nuevo, habrá nacido el Niño Jesús y habrá salido el decreto de la prórroga del presupuesto.
Hay la misma impresión que debe haber cuando se acerca una fecha para la cual se ha pronosticado un terremoto.
Las gentes nos asaltan y nos preguntan:
—¿Qué va a ser de nosotros?
Lo mismo que nosotros, que pronosticamos la catástrofe, preguntábamos hace mes y medio, cuando las gentes nos respondían con gesto risueño y displicente.
Y luego las gentes nos interrogan angustiadas:
—¿Qué va a hacer el partido civil? Nosotros nos hacemos los displicentes:
—¡Quién sabe!
Y entonces las gentes nos suplican:
—¡Vayan a preguntárselo al señor Prado y Ugarteche!
Obedecemos.
Pero en la casa del señor Prado y Ugarteche nos dicen que el señor Prado y Ugarteche está enfermo:
Y como las gentes nos siguen interrogando qué va a hacer el partido liberal y qué va a hacer el partido liberal, corremos a buscarlos.
Para que nos cuenten que el partido constitucional está jugando al encasillado y que el partido liberal está tomando chocolate.
Nos quedamos a solas con nuestro miedo y con el de los demás. Y sentimos que toda la ciudad está murmurando:
— ¡Tenemos drama!
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 12 de diciembre de 1916. ↩︎