1.11. Parlamentarismo

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Cualquiera de estas tardes el señor Pardo se va a quedar sin ministros.
         No es que sus ministros deseen abandonarlo. No es que a sus ministros le dé susto la dictadura fiscal. No es que sus ministros sean funcionarios inconsecuentes y medrosos. Es que sus ministros quieren ser representantes. Los enamora ser representantes. Los seduce ser representantes…
         Y, pues quieren ser representantes los ministros del señor Pardo, la crisis ministerial es inminente.
         Y no es solo el señor Valera quien se empeña en ser elegido senador de la República. También el señor Puente, que vive en el cenit de los honores, siendo de idéntico empeño. Y de rato en rato el señor García y Lastres tiene el ensueño de una representación y apenas lo ataja su misión de director de las finanzas nacionales durante la administración del señor Pardo.
         El señor Puente es otra vez candidato a una senaduría de Loreto.
         La espada de general de brigada le engreía y regocijaba infinitamente. Pero este engreimiento y este regocijo tuvieron pronto una aflicción. El señor Puente se dio cuenta de que perdía su título de senador de la República. Y este descubrimiento lo consternó acendradamente. Desolado, compungido, lamentaba la pérdida de una de sus más nobles y brillantes cualidades. Y no transigía con la imperativa e injusta prescripción constitucional que le impedía ser simultáneamente ministro de guerra, general de brigada y senador de la República.
         Por eso el señor Puente ha presentado su candidatura a una senaduría por Loreto.
         Su popularidad en Loreto es inmensa y auténtica. Es una popularidad incontrastable. Y es una popularidad fluvial. Todos los ríos de Loreto aman con amor entrañable al señor Puente. Y el nombre del señor Puente tiene una resonancia triunfal en el Amazonas, en el Yavarí, en el Ucayali, en el Yapurá, en el Aguarico, en el Napo, en todos los ríos.
         Los amigos del señor Puente hablan de esta popularidad máxima en todas partes. La proclaman y la exaltan llenos de ardor. Y se soliviantan y pierden el sentido ante las contradicciones.
         —¡Todo el mundo va a votar por el señor Puente en Loreto!
         —¿Hasta los chunchos?
         —¡Hasta los chunchos!
         —¿Hasta los árboles?
         —¡Hasta los árboles!
         —¿Hasta los muertos?
         —¡Hasta los muertos!
         Y toman aliento y agregan:
         —¡El nombre del señor Puente recorre Loreto como una avenida caudalosa y retumbante!
         —¿Desbordándose?
         —¡Anegándolo todo! ¡Bosques, pueblos, balsas!
         Y los devotos de este régimen, tan agredido, tan combatido por los maledicentes y por los pesimistas, hacen vivo comentario del amor de los ministros del señor Pardo a los puestos del Congreso. Lo elogian vehementemente. Y dicen censurando a los que hablan de olvido y menosprecio del Congreso:
         —¡Esto es parlamentarismo! ¡Parlamentarismo genuino! ¡Todos los ministros quieren ser representantes! ¡Esto es amor al parlamento!


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 26 de noviembre de 1916. ↩︎