4.22. Atingencias y carpetazos

  • José Carlos Mariátegui

 

         1La Cámara de Diputados está entregada a labor más activa, acuciosa, fecunda y perseverante. Labor de orden del día. Labor constructiva, como dice el señor Manzanilla. No hay debates políticos. No hay mociones tendenciosas. No hay interpelaciones. Todo es legislación. Atingencias y carpetazos. Carpetazos y atingencias. Discursos homeopáticos, diálogos, conciliaciones, acuerdos. Y el señor Manzanilla, más esforzado y más laborioso que nunca, presidiendo este concierto eficaz y patriótico con una sonrisa y un ademán en los cuales están involucrados el ideal político del diputado por Ica, la autoridad del presidente de la Cámara y la felicidad de la patria.
         La sesión se dividió en tres tandas. Casi lo mismo que los espectáculos de zarzuela. Una sección para los asuntos internos de la Cámara. Una sección para los asuntos particulares. Y otra sección para los asuntos nacionales. Primero los asuntos de la Cámara. Luego los asuntos de los particulares. Y por último los asuntos de la nación. Una graduación científica y patriótica.
         En la estación de los pedidos hubo uno interesante, conceptuoso y admirable del señor Salomón:
         —Pido que mañana celebremos sesión extraordinaria. Es preciso que mañana domingo trabajemos para dejar sancionado el descanso dominical.
         Y su señoría lo dijo muy serio porque un razonamiento de esta especie se encuadra muy bien dentro de su lógica. Encuentra muy justo que el parlamento se ocupe en día domingo del descanso dominical. Le parece lo más natural y razonable.
         La Cámara de Diputados interpretó la frase del señor Salomón como una ironía muy grande. El señor Balbuena se acercó para felicitarlo. Pero el señor Salomón se indignó de que se hubiese tomado como una ironía lo que para él era un argumento muy serio y muy convencido. Y se afligió al ver tan mal traducida su actitud. Apenas le consoló un tanto el acuerdo de la Cámara favorable a su pedido.
         Más tarde el señor Peña Murrieta aludió a la junta departamental de Junín. Y el señor Sotil, presidente de esa junta departamental, pensando que había sido agredida se apresuró a declarar su protesta. Replicó entonces el señor Peña Murrieta recomendándole calma y templanza y dándole el consejo facultativo de que se curase los nervios. Le dijo así:
         —El señor Sotil está muy nervioso. Esto tiene graves peligros. Es indispensable que use bromuro. Yo le garantizo al señor Sotil la eficacia del bromuro con toda mi experiencia profesional.
         Y finalmente, después de los humoristas consejos del señor Peña Murrieta al señor Sotil, después de los sabios conceptos del señor Salomón, después de los debates de la orden del día, después de las constantes intermitencias y estertores del quórum, el señor Manzanilla leyó la nómina de los asuntos que debía tratar la cámara. Una relación interminable. El descanso dominical, el impuesto al petróleo, la prenda agraria, la hipoteca naval, los asuntos locales. Trabajo para una legislatura y no para una tarde de domingo en la cual la Cámara de Diputados de esta nación católica, apostólica y romana violará el primer mandamiento de la santa madre iglesia.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 22 de octubre de 1916. ↩︎