4.16. Dividendo presidencial
- José Carlos Mariátegui
1Ayer no hubo sesiones de parlamento. No hubo funcionamiento administrativo. No hubo actividad política. No hubo siquiera desfile triunfal o procesión de antorchas de los telegrafistas del Estado. El descanso dominical fue absoluto. Hubo solo carreras de caballos. Pero fueron carreras de gala. Y asistió a ellas el Excmo. señor Pardo.
El hipódromo de Santa Beatriz fue pues el lugar de reunión de todas las gentes importantes de Lima o de casi todas por lo menos. Ministros de Estado, senadores, diputados, damas, niñas bonitas, jóvenes del Palais Concert. Y, para exaltación, culminación y grandeza de esta suntuosidad concurrió el presidente de la República. Y se realizó una gran carrera clásica. La carrera “Presidente de la República”.
El señor Pardo que les guardaba resentimiento a las carreras desde el triunfo de Revoltoso en el Derby Nacional, el señor Pardo que sentía en las carreras, como en toda gran solemnidad social, el desmedro de su fama de buen mozo y de galantuomo, el señor Pardo que se había apartado de esta elegante y aristocrática diversión, quiso hacer a los turfistas el obsequio de su asistencia y a la fiesta hípica el honor de su atención.
Y quiso también el señor Pardo hacer al sport la distinción de una apuesta en la carrera clásica. Pensó que una carrera que se denominaba “Premio Presidente de la República” merecía el honor de que él jugase en ella. Y se decidió a apostar a uno de los competidores. Mas no le pareció prudente hacerlo a ojo cerrado. Y preguntó:
—¿Febo, a qué stud y a qué personas pertenece? Y le respondieron:
—Al stud Oasis y a los señores Augusto B. Leguía y Foción Mariátegui.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Basta. Sería absurdo que yo le apostara a un caballo del señor Leguía. ¿Peevish, a qué stud y a qué personas pertenece?
Y le respondieron:
—Al stud Junín y al señor Ricardo Barreda.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Sería parcial que yo le apostase a un caballo de Barreda. Lo atribuirían a mis vínculos de familia. ¿Miss Ketty, a qué stud y a qué personas pertenece?
Y le respondieron:
—Al stud Llano y al señor Baldomero Aspíllaga.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Está bien. El señor Aspíllaga pertenece al civilismo tradicional.
E hizo que le apostaran cinco libras a Miss Ketty.
El señor Pardo es afortunado en el juego. Miss Ketty alcanzó un magnífico triunfo. Las gentes esperaban que ganaría Peevish o que ganaría Febo. Pero el señor Pardo le apostó a Miss Ketty y la Fortuna se vio en un grave compromiso. Y como la Fortuna sabe ser galante con el señor Pardo, en las carreras de caballos y en la política, decidió favorecerlo esta vez.
Las gentes ovacionaron a Miss Ketty. Y el señor Pardo sintió muy halagado por estas ovaciones su orgullo de gentleman, de apostador y de presidente de la República.
La pizarra del sport anunció este dividendo: S/. 6.10 por boleto de dos soles.
El hipódromo de Santa Beatriz fue pues el lugar de reunión de todas las gentes importantes de Lima o de casi todas por lo menos. Ministros de Estado, senadores, diputados, damas, niñas bonitas, jóvenes del Palais Concert. Y, para exaltación, culminación y grandeza de esta suntuosidad concurrió el presidente de la República. Y se realizó una gran carrera clásica. La carrera “Presidente de la República”.
El señor Pardo que les guardaba resentimiento a las carreras desde el triunfo de Revoltoso en el Derby Nacional, el señor Pardo que sentía en las carreras, como en toda gran solemnidad social, el desmedro de su fama de buen mozo y de galantuomo, el señor Pardo que se había apartado de esta elegante y aristocrática diversión, quiso hacer a los turfistas el obsequio de su asistencia y a la fiesta hípica el honor de su atención.
Y quiso también el señor Pardo hacer al sport la distinción de una apuesta en la carrera clásica. Pensó que una carrera que se denominaba “Premio Presidente de la República” merecía el honor de que él jugase en ella. Y se decidió a apostar a uno de los competidores. Mas no le pareció prudente hacerlo a ojo cerrado. Y preguntó:
—¿Febo, a qué stud y a qué personas pertenece? Y le respondieron:
—Al stud Oasis y a los señores Augusto B. Leguía y Foción Mariátegui.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Basta. Sería absurdo que yo le apostara a un caballo del señor Leguía. ¿Peevish, a qué stud y a qué personas pertenece?
Y le respondieron:
—Al stud Junín y al señor Ricardo Barreda.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Sería parcial que yo le apostase a un caballo de Barreda. Lo atribuirían a mis vínculos de familia. ¿Miss Ketty, a qué stud y a qué personas pertenece?
Y le respondieron:
—Al stud Llano y al señor Baldomero Aspíllaga.
Y dijo entonces el señor Pardo:
—Está bien. El señor Aspíllaga pertenece al civilismo tradicional.
E hizo que le apostaran cinco libras a Miss Ketty.
El señor Pardo es afortunado en el juego. Miss Ketty alcanzó un magnífico triunfo. Las gentes esperaban que ganaría Peevish o que ganaría Febo. Pero el señor Pardo le apostó a Miss Ketty y la Fortuna se vio en un grave compromiso. Y como la Fortuna sabe ser galante con el señor Pardo, en las carreras de caballos y en la política, decidió favorecerlo esta vez.
Las gentes ovacionaron a Miss Ketty. Y el señor Pardo sintió muy halagado por estas ovaciones su orgullo de gentleman, de apostador y de presidente de la República.
La pizarra del sport anunció este dividendo: S/. 6.10 por boleto de dos soles.
Referencias
-
Publicado en El Tiempo, Lima, 16 de octubre de 1916. ↩︎