3.1.5. Cuadro Tercero
- José Carlos Mariátegui
DON BRAULIO.— Las nueve han sonado, señor, se acerca la hora de la fiesta que hoy da don Javier a sus amigos.
D. FERNANDO.— Por don Javier estoy invitado.
DON BRAULIO.— Lo sé, señor, supisteis robar con vuestro valor la voluntad de don Javier y él tiene en vos confianza ciega.
D. FERNANDO.— Argucias son de quien aspira al amor de su hija.
DON BRAULIO.— Y bien, señor, ¿asistís a la fiesta o pensáis siempre en raptar a doña Isabel al amanecer?
D. FERNANDO.— Una duda me atormenta…
DON BRAULIO.— Yo me permito recordar a vuestra merced que don Ramiro no volverá a pretender …
D. FERNANDO.— Lo sé. Mi acero cobró caro su osadía y dueño he quedado de la situación y de la dama.
DON BRAULIO.— Entonces ¿qué duda inquieta a vuesa merced?
D. FERNANDO.— El amor.
DON BRAULIO.— Vuesa merced es por su gallardía y su ingenio dueño del amor del mundo.
D. FERNANDO.— Sí, me inquieta el amor de doña Isabel… Pero ¡bah! fue un presentimiento que cruzó mi mente. Asistiré a la fiesta. Esta noche es la esperada por mí.
DON BRAULIO.— ¡Sabia es vuestra resolución, señor! Permitid que os bese la mano.
D. FERNANDO.— Esta noche, sí: mis frases galantes y donosas la harán olvidar el recuerdo de don Ramiro, colmaré su corazón de amor y mía será doña Isabel esta noche misma.
DON BRAULIO.— Habláis como un iluminado, señor; esta noche, entre la cháchara y el jaleo, realizaréis vuestros sueños y acabará para Braulio esta aventura en la que se juega el pellejo.
D. FERNANDO.— Ve tranquilo y no digas que me has visto.
DON BRAULIO.— ¡Como si estuviera! ¡Soy una sombra, señor!
(Se va por la izquierda).
D. FERNANDO.— ¡Esta noche, esta noche! ¡Noche de amor y
poesía!… (Queda pensativo).
(La Tapada 1ra aparece recatándose en la sombra, temerosa de ser reconocida por don Fernando, quien la detiene con este piropo):
D. FERNANDO.— Ojos azules. No los cerréis, señora, que la dicha de adivinar quién se oculta tras vuestro manto no es comparable al dolor de saber que existió el cielo y le perdimos.
TAPADA 1ª.— ¡Galante!… (Hace mutis coquetonamente por la izquierda).
D. FERNANDO.— (A la Tapada 2.da, que aparece enseguida por la derecha).
¡Ojos negros! ¿Qué misterioso fuego arde en vuestros ojos que hogueras son de los corazones?
TAPADA 2ª.— ¡Poeta!… (Vase por la izquierda y sale la Tapada 3ra por la derecha).
D. FERNANDO.— (a la Tapada 3ra). Ojos grises. Ojos cobardes. Acecháis como el acero en manos de un villano.
TAPADA 3ª.— ¡Viejo!… (Vase)
D. FERNANDO.— ¿Qué escucho?… Me llamó viejo… ¿Viejo?… ¡Loca está sin duda! ¿Viejo?… ¿Acaso no vio mis cabellos, ni mi rostro ni mis ojos donde anida una gran pasión?… ¿Pero estaré en verdad viejo?… ¿Será tardío este amor que consume mi vida?… ¡Cómo lo puedo creer!… Sin embargo, la tapada me lo dijo… ¿se burló acaso?… ¿fue despecho?… Sí, eso fue. ¿Por qué dudarlo?… Mi corazón me habla de amor… No ha muerto la ilusión en mí… no morirá mientras viva doña Isabel… Ya la fiesta habrá empezado. Ella me espera. Esta noche la haré mía.