1.16. Una mañana de aprontes contada por Kendalif

  • José Carlos Mariátegui

UNA MAÑANA DE APRONTES CONTADA POR KENDALIF1  

A las 6 p.m. suena el timbre
de mi despertador.
Abro los ojos. Miro. Hay una urdimbre
de penumbra y de frío en mi redor.

Me desperezo.
Medito con tristeza en el impío
rigor de la estación. Largo bostezo.
Fastidio. Somnolencia. Calofrío.
Me levanto, me aseo, me acicalo.

Salgo a la calle. Voy
en busca de algún auto, bueno o malo.
(El Turf me paga el automóvil hoy)
Cruzo el jirón de la Unión de prisa;
Luego la plaza de la Exposición,
(Un cachaco malsín monopoliza
a una criada del Paseo Colón.)
Así llego al Hipódromo. En la entrada,
un guarda niega el paso a mi automóvil.
Desciendo. Pago. Avanzo con pausada
tranquilidad. El guarda queda inmóvil
(Ha de quedar inmóvil por un móvil de la versada).
Junto a la pista de trabajo, hay gente
que murmura, que ríe y que discurre,
y que toma los tiempos formalmente.
(Puesto entre aquesta gente Jack se aburre).

El señor Checa viste americana.
El señor Orellana viste kaki
(Kaki hecho traer de Nagasaki
para el señor Orellana).
El señor Walter Buse se arrebuja dentro de un paletó.

Y mira el señor Costa la burbuja
de su quimera difumarse en gró.
(Esta difumación y esta burbuja
son cosas que Zapata me dictó).

¡Trescientos en 18! ¡Setecientos
en cuarenta! ¡La vuelta al galopón!
(En los soñolientos
ojos de un dueño brilla la ilusión)
¿Qué yegua malandrina y desmedrada
y de color de estopa
es esta que galopa
¿Y ésta otra meliflua y afinada?
¿Y este caballo chico con aspecto
de felón?
¿Y éste de orejas cortas, cuello erecto,
capa nueva, mirar de percherón?
¿Y éste que entra y sale?
¿Y éste que da tres vueltas a la pista?
¿Y éste que nada vale?
¿Se acuerdan de alarmista?

¡Oh Jena insuperable! ¡Jena mía!
—exclama el propietario del Bend’Or—
Y en pago, se diría,
Jena apronta de modo superior.

Darío Vial
celebra confidencias con Fradique,
con el temor de que se porte mal
y que su ilusión se vaya a pique.
Castelli, colorado, interjecciona.
Pianezzi, gravemente, se sonríe.
Un comento de Soto que emociona.
—Remedio para el frío que nos fríe:
un pisco puro y un hangar de lona.
(Todo el mundo se ríe)
Las 9 p.m. Los aprontes,
han llegado a su fin.
Zapata ha hallado nuevos horizontes
para ganar la polla. Siento esplín.
Un iluso medita en la eficacia
del cálculo aplicado a las carreras.

La vuelta a la ciudad no me hace gracia.
(Y Haydée sufre neurosis pasajeras)

Avenida. Desfile. Hay un rugido
en los jardines de la Exposición.
Y habla Zapata López, convencido:
—¡Es el león!
El urbano. Una espera.
¡Tan-tan!
La espera a poco más nos desespera.
Me miran un pollino y un patán…

                                          KENDALIF

Referencias


  1. En El Turf, Nº 42, pp. 25-26, Lima, 17 de junio de 1916. ↩︎