III. Sus primeras ediciones en Chile

  • Ricardo Portocarrero Grados, Archivo José Carlos Mariátegui

Por todo lo reseñado, es bastante claro que Mariátegui no llegó a remitir ni a Buenos Aires ni a Madrid, su Defensa del marxismo. La prueba más fehaciente de ello, es la existencia de un sobre que contenía los originales, que se encontraba entre los papeles de Mariátegui.1 Es sobre esa base que los herederos familiares y políticos pensaron en publicarlo. Pero allí solo se encontraba el primer ensayo, pero no el segundo. Q

La gran pregunta que aparece es, si no fue posible su publicación en Lima, Buenos Aires o Madrid, ¿cómo es que la primera edición de Defensa del marxismo se publicó en Chile en el año 1934? Como veremos, en dicha edición solo aparece el primer ensayo, ya que el segundo, Teoría y práctica de la reacción, no fue terminado. Servais Thissen, que acaba de publicar una biografía ilustrada con una profusa cantidad de fotografías, especula que Mariátegui si le llegó a enviar a Samuel Glusberg, por lo menos, el primer ensayo.2 Y que el propio Glusberg, habría sido el editor de la primera edición en libro de Defensa del marxismo.3

A partir de la reconstrucción que hemos realizado, es claro que Mariátegui no quiso enviar los textos definitivos a Buenos Aires hasta que se le asegurará su publicación. Por ello, nunca los envió. Su intempestiva muerte impidió su publicación en Madrid, y el cierre de Amauta junto a la crisis política y económica que estalló en el Perú en 1930, hicieron el resto. ¿Cómo es que se publicó, entonces, la edición en Chile? La respuesta más sencilla es que dicha edición se realizó en base a la publicación de Defensa del marxismo en la revista Amauta.

Expand Q Sobre con los “Originales de Defensa del marxismo. Corrientes del 900. Polémica revolucionaria. Editorial Babel, Buenos Aires. Archivo José Carlos Mariátegui

La primera edición de Defensa del marxismo se publicó en Santiago de Chile con el título Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo y otros temas.4 En esta edición, el ensayo se divide en 17 artículos y no en los 16 originales. Pero esto no se debe al error de numeración en su publicación en la revista Amauta, sino que se divide el artículo 7 en dos. Y luego sigue correlativamente. A partir del artículo 11 se nivelan hasta el artículo 17. En la práctica, se trata de una nueva edición.5 Al libro le precede un breve artículo de Waldo Frank, titulado “Una palabra sobre José Carlos Mariátegui”. La presencia de este artículo, es una de las razones que ha hecho sospechar que el editor del libro haya sido el propio Samuel Glusberg, gran amigo de Waldo Frank, pero éste no se trasladó a vivir a Santiago de Chile sino hasta 1935. Entonces, ¿quién fue el verdadero editor de Defensa del marxismo en Chile? R

Expand R José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo y otros temas. Una palabra sobre José Carlos Mariátegui, por Waldo Frank. Santiago, Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1934. Colección Problemas Contemporáneos. Archivo José Carlos Mariátegui

La pista nos la da el historiador chileno Patricio Gutiérrez Donoso.6 En su estudio sobre la difusión y recepción de Defensa del marxismo en Chile, señala que el primero en mostrar interés en esta obra fue el joven escritor y abogado chileno Eugenio Orrego Vicuña, a través de la revista Mástil.7 Dicha revista, dos meses después de la muerte de Mariátegui, publicó un número de homenaje que contenía, entre otros trabajos, un artículo de Eugenio Orrego Vicuña reseñando los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.8 Ese mismo mes, Orrego Vicuña publicó con la Editorial Mástil, una conferencia titulada Mariátegui.9 Dicha conferencia, dictada en las Universidades de Chile y de Concepción, en mayo de 1930, dedica sendas reseñas a los 7 ensayos (pp. 13-27) y a Defensa del marxismo (pp. 27-34). En conjunto, a partir de las notas de la conferencia, se puede ver que las fuentes principales de Orrego Vicuña sobre Mariátegui, son las revistas Amauta y La Vida Literaria, sobre todo de esta última, donde se publicaron algunas de las cartas intercambiadas por Mariátegui y Glusberg. Un ejemplo de ello sería la breve nota biográfica de Mariátegui publicada en La Vida Literaria, que acompaña su artículo titulado “Rahab”.10

Si Eugenio Orrego Vicuña es el verdadero editor de Defensa del marxismo en Chile, como sospechamos, nos faltaría establecer como éste habría logrado obtener el breve artículo de Waldo Frank que acompaña la edición. Un indicador es que Waldo Frank habría tenido contacto con Orrego Vicuña a través de la revista Mástil, ya que esta revista publicó un artículo de Waldo Frank, titulado “Que significa la América Latina para los norteamericanos”, un año después, en junio de 1931.11 Es probable que Orrego Vicuña se la haya solicitado directamente a Waldo Frank para acompañar la edición de Defensa del marxismo. Pero la respuesta puede ser más sencilla.

Como es conocido, en abril de 1930, como parte de la preparación de la llegada de Mariátegui a la Argentina, Samuel Glusberg preparaba un número especial de La Vida Literaria a la literatura peruana, donde Mariátegui tendría una presencia especial, como una manera de presentarlo al público argentino. En ese sentido, le pidió a Waldo Frank un artículo sobre Mariátegui. Este último se lo remitió en abril de 1930, antes de enterarse de la muerte de Mariátegui. En la carta le dice: “Queridísimo hermano Samuel, He aquí una breve nota para el número de Mariátegui. También va ser publicada en [Revista de] Avance de La Habana —pero tú no tendrás inconveniente con esto”.12 S

El intercambio entre ambos al enterarse de la muerte de Mariátegui es tan significativo, que decidimos transcribirlas completas. Glusberg le dice:

“Mi querido hermano: te imaginas cuánto me ha afligido la muerte de Mariátegui mientras preparaba su viaje a Buenos Aires. Hace unos veinte días te escribí por vía aérea pidiéndote unas líneas sobre su personalidad para el número peruano de LVL. Si es que me las despachaste llegarán para el número de homenaje que estoy preparando.

Estuve a punto de mandarte un telegrama con la triste nueva, pero pensé que esta clase de noticias circulan muy pronto y que, por algún amigo, sino por los diarios de NY, te habrás enterado. ¡Que pena tan grande la muerte de este singular muchacho! Tanta fe que tú y yo teníamos puesta en él y tan justificadamente. Ahora más que nunca tendremos que ayudarte tus amigos de aquí; porque con la muerte de José Carlos quedamos casi solos”. 13

Expand S José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo y otros temas. Una palabra sobre José Carlos Mariátegui, por Waldo Frank. Santiago, Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1934. Colección Problemas Contemporáneos. Archivo José Carlos Mariátegui

Y Waldo Frank le responde:

Queridísimo hermano mío,

Ayer llegó tu carta de abril 24 con las tristes noticias sobre Mariátegui; por la tarde llegó una carta de [Luis Alberto] Sánchez con lo mismo. Estoy escribiendo una larga carta al New Republic y a The Nation, pidiendo contribuciones para la familia de este gran hermano nuestro perdido: será interesante ver si algún norteamericano responde. Es imposible hablar ahora de esta pérdida, es demasiado grande, demasiado amarga. El viaje de José Carlos a Buenos Aires tuvo un profundo significado simbólico para mí —muy parecido al de San Martín y Bolívar del Atlántico al Pacífico. Parece que los dioses de la materia y de la muerte tratan de hacer más difícil el nacimiento de nuestra América. Pero, querido hermano, debemos seguir. No debemos cesar en ningún momento de luchar nuestra lucha y de creer en nuestra causa. La muerte no puede quitarnos todo —y así como quede un solo hombre en el mundo, peleando por la verdad y la buena vida —y por América—, esa causa es sagrada y feliz para todos los demás”. 14

El artículo que Waldo Frank remitió a La Vida Literaria, fue este:

Una palabra sobre Mariátegui

No puedo detenerme ahora para escribir el comentario que Mariátegui se merece, y que mi devoción hacia el hombre me inspira; un estudio completo. Y no puedo hacerlo por un motivo que el mismo aprobaría. Estoy entregado a los difíciles comienzos de un libro sobre esa América que él, más que ningún otro hombre, vivo o muerto, me ha hecho evidente y apreciable, como encarnación de mi fe.

Permítaseme, pues, que solo haga una interrupción para saludarlo y unirme a mis hermanos en esta devoción hacia él. Porque él es, en verdad, la potencialidad y la potencia, la realidad y la síntesis de nuestra visión de un verdadero mundo americano.

En Mariátegui se unen orgánicamente los valores de nuestra generación debe asimilar y realizar para que América pueda ser.

Mariátegui está dedicado a la seria tarea de una nueva organización económica, de revolución social. Está familiarizado con los valores estéticos de nuestro tiempo, cuya percepción, asimilación e integración en el pensamiento revolucionario es aún tarea más seria. Y no ha perdido de vista la tarea más seria de todas: la de infundir valores humanos, de aquellos que viven en el misterio del alma individual, a la revolución, si es que esa revolución ha de crear un nuevo mundo y no meramente un nuevo cadáver.

Es un hombre intacto. No lo han contaminado las herejías ni los fracasos de nuestro tiempo. No solo está inmune de las enfermedades más comunes de nuestra “intelligentsia”: la codicia del poder, de posición, de dinero; sino también está libre de las enfermedades más sutiles y mortales: las sofisterías de la desesperación y de la sumisión que hoy hacen peligrar los movimientos radicales. Estas sofisterías evidentes en el marxismo doctrinario y en el pragmatismo liberal, son el sello de la edad de la máquina en aquellos mismos hombres que se dicen sus enemigos. Pero Mariátegui es un revolucionario sin ser un mecanicista; y es un artista, un creador de belleza, sin ser un mero esteta. En él se cumple el milagro de maridar la causa de la humanidad con la causa del alma individual, cuya muerte significa también la muerte del hombre en masa. Y solo este milagro sutil puede salvar el movimiento revolucionario que trágicamente ha absorbido los venenos ideológicos de su enemigo: el mundo de la anarquía capitalista y la democracia gregaria.

Pero todo esto es demasiado complejo para que lo exponga en una simple nota. Permítaseme, pues, resumirlo, en una palabra: Mariátegui es un Hombre, un Hombre, cuya totalidad habría reconocido Spinoza, y también Jesús.

Waldo Frank15 T

El breve artículo de Waldo Frank que precede la primera edición de Defensa del marxismo en Chile, es este:

Una palabra sobre Mariátegui

No me es hacedero de momento detenerme a escribir aquella apreciación de Mariátegui que el hombre merece y que mi devoción por él me inspira escribir; un estudio de alguna plenitud. Y la razón es tal que él la aprobaría: la de que me hallo inmerso en la difícil embocadura de un libro sobre esa América que él, tanto como cualquier otro hombre vivo o muerto, me ha hecho real y precisa, como el cuerpo de mi fe.

Dejad que me detenga sólo lo suficiente para saludarlo y para unirme a quienes son mis hermanos en esa devoción hacia él. Porque él es, en verdad, lo potencial y lo potente, la realidad y la síntesis de nuestra visión de un verdadero mundo americano. En Mariátegui se encuentran orgánicamente los valores que nuestra generación tiene que encarnar y que poner en vigor para que América pueda ser.

Está dedicado a la severa necesidad de un nuevo cuerpo económico de la revolución social. Hierve con las fuerzas estéticas de nuestro tiempo, cuya percepción, asimilación e integración en pensamiento revolucionario constituyen una necesidad todavía más rigurosa. Ni ha perdido de vista nunca la más urgente de todas las necesidades: la de la infusión de valores humanos, –de aquella especie que vive en el misterio del alma individual– en la acción revolucionaria, si es que esa revolución ha de crear un nuevo mundo, y no meramente una nueva muerte.

Es un hombre intacto.

No le ha tocado ninguna de las herejías ni de los fracasos de este día. No solo está libre de las más vulgares enfermedades de nuestra “intelligentsia”: la codicia del poder, de posición, de dinero, sino que también está libre de las más sutiles y destructoras dolencias -los sofismas de la desesperación y de la sumisión, que tienen hoy en peligro a los movimientos radicales. Esta sofistería, evidente en el marxismo doctrinal y en el pragmatismo liberal, es la impronta de la era maquinista sobre los mismos hombres que se dicen sus enemigos. Porque Mariátegui es un revolucionario sin ser un mecanólatra; y es un artista, un actuador de belleza, sin ser un mero esteta. En él se realiza el milagro de esposar la causa de la humanidad sin negar la causa del alma individual, cuya muerte tendría que significar también la muerte de los hombres en la masa. Y solo este sutil milagro puede salvar al movimiento revolucionario embebido trágicamente de los venenos ideológicos del enemigo, el mundo de la anarquía capitalista y la democracia rebañega.

Pero todo esto es demasiado complejo para explanarlo en una simple nota. Permítaseme resumirlo, en una palabra. Mariátegui es un Hombre –un Hombre cuya totalidad Spinoza hubiera reconocido–, y Jesús también.

Waldo Frank16

¿Waldo Frank le remitió a Orrego Vicuña una versión actualizada para la edición de Defensa del marxismo u Orrego Vicuña se dio la libertad de adecuarla a los años transcurridos? A esta altura de nuestras investigaciones, no lo podemos saber todavía.

Expand T La Vida Literaria. Año II, No 21. Buenos Aires, junio de 1930. p. 6. Sección: Tres notas póstumas de José Carlos Mariátegui. Archivo José Carlos Mariátegui

Pero los avatares de la edición chilena de Defensa del marxismo no quedaron allí. Existe otra edición publicada el mismo año, pero por una editorial diferente.17 Según el historiador colombiano, Juan David Murillo Sandoval “la Editorial Cultura fue fundada por Francisco Javier Fuentes, un librero que había abierto una librería bajo el mismo rótulo hacia 1928. Con el sello de la Librería Cultura publicó algunas colecciones económicas para este momento. Ya en los 1930 es que funda la Editorial Cultura. No tengo más detalles sobre la compañía, pero fue famosa por publicar grandes autores y obras universales sin pagar los derechos de autor. Es conocida por ejemplo una acusación que Ortega y Gasset lanzó contra esta editorial desde la revista SUR”.18 Esta última información es muy relevante, ya que explicaría la existencia de esta prácticamente desconocida edición y su poca difusión, ya que es idéntica a la publicada por las Ediciones Nacionales y Extranjeras.

El historiador chileno Sebastián Hernández, también señala: “[Editorial] Cultura nació como librería en 1928. Su propietario fue Francisco Fuentes, quien decidió transformarla en editorial a partir de 1932 debido a la reciente ley promulgada sobre Control de Cambios que no le permitía vender producción española y francesa. Entre sus colecciones fueron “Colección Hombres e Ideas”, “Biblioteca Cultura”, “Colección Hogar”, “Libros de utilidad práctica” y la “Colección Chile”. También tenía su propia revista llamada La Escena. Uno de sus autores más destacados de esta editorial fue Joaquín Edwards Bello. El último texto publicado por esta editorial es en 1955, según los datos que tengo, aunque no estoy completamente seguro”.19

Todavía queda pendiente hacer una investigación más exhaustiva sobre estas dos editoriales chilenas.d become his best-known photographs and, ironically, those most closely identified with his work as a New Deal photographer.

Notas

  1. Una fotografía de este otro sobre aparece en la edición de Defensa del marxismo en Mariátegui total. Lima, Empresa Editora Amauta, 1994. Tomo I, p. 1785. En su portada dice: “Originales de Defensa del marxismo. Corrientes del 900. Polé­mica revolucionaria. Editorial Babel, Buenos Aires”. ↩︎

  2. Servais Thissen. Mariátegui. La aventura del hombre nuevo. Biografía ilustrada. Lima, Universidad Ricardo Palma, 2017. ↩︎

  3. Esta edición inicial hecha en Santiago de Chile en 1934, se difundió profusamente en el Perú. Es posible todavía encontrar entre libreros de viejo, ejemplares de esta edición. En ese sentido, tengo que agradecer a mi gran amigo y colega Luis Torrejón, que me consiguió hace unos años, esta primera edición original, por cinco soles, en el centro de Lima. ↩︎

  4. José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo y otros temas. Una palabra sobre José Carlos Mariátegui, por Waldo Frank. Santiago, Ediciones Nacionales y Extranjeras, 1934. Colección Problemas Contemporáneos. Casilla 13122. Contiene: “La emoción de nuestro tiempo” [El hombre y el mito, Dos concepciones de la vida, La lucha final], “La paz de Versalles”, “Lenin”, “La lucha por la independencia nacional de la India”, “Bourdelle y el anti-Rodin”, “Populismo literario y estabilización capitalista”, “La intervención italiana en la guerra”, “La libertad de enseñanza”, “La enseñanza y la economía”, “Los maestros y las nuevas corrientes” y “Arte, revolución y decadencia”. ↩︎

  5. Para los fines de esta investigación, dejamos de lado investigar de dónde se obtuvieron las copias de los artículos que forman la sección La emoción de nuestro tiempo. Es probable que provengan de las colaboraciones de Mariátegui a diferentes revistas como Amauta, La Vida Literaria y Repertorio Americano, que tuvieron gran circulación por América Latina. ↩︎

  6. Patricio Gutiérrez Donoso. “Itinerario de la edición de Defensa del marxismo en Chile”. En: José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. Edición de 1934 comentada. Valparaíso, Universidad de Valparaíso, 2015. pp. 87-99. El artículo va acompañado de un cuadro comparativo de las ediciones de Defensa del marxismo en las revistas Variedades, Mundial, Amauta, así como de la edición chilena de 1934 y la primera peruana de 1959. ↩︎

  7. Mástil. Revista del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile. Las referencias que siguen sobre la revista Mástil provienen de Justo Alarcón Reyes, José Apaza Guerra y Miriam Guzmán Morales. Revistas culturales chilenas del siglo XX. Índice general. Santiago de Chile, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006. ↩︎

  8. Eugenio Orrego Vicuña. “Fragmento de un estudio. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, por José Carlos Mariátegui”. Mástil. Año I, No 2. Santiago de Chile, junio de 1930. pp. 36-42. ↩︎

  9. Eugenio Orrego Vicuña. Mariátegui. Santiago de Chile, Mástil, 1930. 47 pp. El ejemplar que hemos consultado se encuentra en el Archivo José Carlos Mariátegui. Dicho ejemplar fue remitido a la revista Variedades de Lima por parte del autor, en julio de 1930. La conferencia fue luego publicada en el tomo 20 de las Obras Completas de José Carlos Mariátegui. Armando Bazán. Mariátegui y su tiempo. Lima, Empresa Editora Amauta, 1982. Octava edición. pp. 159-190. El libro biográfico de Armando Bazán sobre José Carlos Mariátegui, también fue publicado en Santiago de Chile, Editorial Zigzag, 1939. ↩︎

  10. José Carlos Mariátegui.- Nació en Lima, en 1895. Desde 1910 hasta 1919 hizo periodismo como redactor político en distintos diarios. De fines de 1919 a mediados de 1923 viajó por Europa. Anduvo por Francia, Alemania, Italia, Austria y otros países. En 1924 estuvo a punto de perder la vida. Le amputaron una pierna y quedó delicado. Habría ya curado del todo con una existencia reposada. Pero ni su pobreza ni su inquietud intelectual se lo permiten. Mariátegui ha publicado dos libros: La escena contemporánea y Seis [sic] ensayos de interpretación de la realidad peruana. Actualmente dirige la revista Amauta y anuncia dos nuevos volúmenes: Defensa del marxismo y El alma matinal y otras estaciones del espíritu[sic]. La Vida Literaria. Año II, No 14. Buenos Aires, septiembre de 1929. p. 8. Sección: Notas y notabilidades. Colaboran en este número. El artículo de Mariátegui se publicó en la página 6. ↩︎

  11. Waldo Frank. “Que significa la América Latina para los norteamericanos”. Mástil, No 4. Santiago, junio de 1931. pp. 57-59. ↩︎

  12. Carta de Waldo Frank a Samuel Glusberg. c. abril 1930. En: Horacio Tarcus. Mariátegui en la Argentina o las políticas culturales de Samuel Glusberg. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 2001. p. 203. ↩︎

  13. Carta de Samuel Glusberg a Waldo Frank. 24/4/1930. En: Horacio Tarcus. Mariátegui en la Argentina o las políticas culturales de Samuel Glusberg. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 2001. p. 204. ↩︎

  14. Carta de Waldo Frank a Samuel Glusberg. 7/5/1930. En: Horacio Tarcus. Mariátegui en la Argentina o las políticas culturales de Samuel Glusberg. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 2001. p. 205. ↩︎

  15. Waldo Frank. “Una palabra sobre Mariátegui”. La Vida Literaria. Año II, No 21. Buenos Aires, junio de 1930. p. 6. Sección: Tres notas póstumas de José Carlos Mariátegui. ↩︎

  16. Waldo Frank. “Una palabra sobre Mariátegui”. En: José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo, y otros temas. Santiago, Ediciones Nacionales y Extrajeras, 1934. pp. 5-6. Las cursivas son nuestras para resaltar las pequeñas modificaciones hechas al artículo original. ↩︎

  17. José Carlos Mariátegui. Defensa del marxismo. La emoción de nuestro tiempo y otros temas. Una palabra sobre José Carlos Mariátegui, por Waldo Frank. Santiago, Editorial Cultural, 1934. Colección Hombres e Ideas. Filosofía-Política- Biografías. Casilla 4130. Esta edición es idéntica a la anterior. Agradezco a Horacio Tarcus de haberme llamado la atención al respecto en mi visita al Cedinci en el año 2018. Allí vi por primera vez esta edición, que es prácticamente desconocida. Además del ejemplar del Cedinci, solo conozco dos bibliotecas que tienen ejemplares: la Biblioteca Nacional de Chile y la Biblioteca Nacional del Perú. Si bien en la carátula dice Editorial Cultural, según el registro de la BNCh dice Imprenta Gutemberg. ↩︎

  18. Juan David Murillo Sandoval (Colombia). 18/7/2019. Correo electrónico. ↩︎

  19. Sebastián Hernández (Chile). 4/8/2019. Correo electrónico. ↩︎

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