8.7. Días electorales

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Comienzan las elecciones. Hoy y mañana son días de sufragio estudiantil. Vendrán luego los días del sufragio comunal. Y llegaremos después a los días del sufragio político. Estamos en un período totalmente eleccionario.
         Esta vez los universitarios no van a elegir delegados ante la federación. Podemos estar seguros, por consiguiente, de que no van a pegarse de puñadas ni van a publicar cartas abiertas en los periódicos. Van a elegir maestro de la juventud. Y van a elegirlo tranquila y serenamente. Porque, según parece, no van a elegirlo sino a reelegirlo. Una elección trae aparejadas siempre muchas dificultades. Una reelección, en cambio, es casi siempre muy sencilla. Para algo representa solamente el reconocimiento de una elección buena.
         La hora del sufragio, por primera vez quién sabe, ha sonado en la universidad sin diapasón de lucha. Los universitarios no han tenido problema electoral. Y no han tenido, por ende, que pensar en una convención de los partidos, ni en una asamblea nacional, ni en una concentración de las fuerzas de la derecha contra las fuerzas de la izquierda.
         Hay que envidiarlos.
         Seguramente el Perú sería muy feliz si la hora del sufragio sonase para él de la misma manera. No estaríamos ahora buscándole reemplazo al señor Pardo. Lo reelegiríamos presidente con todo el entusiasmo con que la juventud va a reelegir al señor Javier Prado. Y se enteraría la humanidad de que estábamos tan contentos de nuestro mandatario como la juventud de su pastor ilustre, sabio y eminentísimo.
         Y, probablemente, sin embargo, los universitarios no saben alegrarse de su suerte. Probablemente, aunque aman mucho y muy merecidamente al señor Prado, no quisieran reelegirlo sin oposición y sin tropiezo. Probablemente se duelen en su intimidad de que no haya discrepancia y de que no haya combate. Y probablemente lamentan que no amanezca para la universidad un día de jornada cívica y de hervor democrático.
         Solo por esto es, acaso, que algunos universitarios andan por ahí pensando en otro candidato. Otro candidato que, naturalmente, es un afamado profesor de San Carlos. Y que, por una casualidad no más, es también candidato a presidente de la República.
         Pero esto no pasa de ser una novelería. No pasa de ser una travesura de los estudiantes ansiosos de batalla. El nombre del señor Prado está ya inscrito en casi todos los votos y en casi todos los corazones de la Universidad. Y esta tarde misma volverá a ser aclamado con el fervor de siempre.
         Tal vez el señor Pardo se desagrade de esta devoción de la juventud al señor Prado. Pero la juventud, no sabemos por qué, suele olvidarse del señor Pardo cuando piensa en los maestros que son. Y hasta cuando piensa en los maestros que han sido…


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 7 de octubre de 1918. ↩︎