8.5. Palabras sintomáticas

  • José Carlos Mariátegui

 

         1El señor Pinzás no es hablador ni ligero. Más bien es asaz discreto y redomado. No lo creemos capaz de hacer una declaración baldía e innecesaria. Menos aún lo creemos capaz de hacerla a humo de paja. Sabemos perfectamente que no es orador sino político. Y que admira más al señor Osores que al señor Cornejo.
         Además, el señor Pinzás es uno de los personajes más influyentes del partido liberal. El doctor Durand lo ama mucho más que don Quijote a su escudero.
         El señor Balbuena pasa todos los días por las calles remolcándolo alegremente hacia la cámara, el teatro o el ambigú. Y el doctor Lorente Patrón, novísimo secretario del partido liberal, cuida de su salud solícita y sabiamente. El señor Pinzás es en las tertulias semanales del partido el liberal que comenta con más autoridad la política y que se come más bizcochos a la hora del chocolate.
         Por consiguiente, son de mucha importancia las siguientes palabras pronunciadas anteayer por el señor Pinzás en la Cámara de Diputados:
         —Soy partidario de la convención; pero no soy partidario del señor Aspíllaga. Iré a la convención; pero no iré para votar por el señor Aspíllaga. Iré a votar por quien me dé la gana.
         El señor Aspíllaga debe tomarle el peso a esta declaración del señor Pinzás. Debe penetrar en su entraña. Debe aplicarle el microscopio. Es una declaración muy grave. El señor Pinzás no puede haberla pronunciado ingenuamente.
         Repare el señor Aspíllaga, por cuya suerte nos tomamos los mayores y más acuciosos desvelos, en que el señor Pinzás no tenía por qué manifestar si era o no partidario suyo. Para asegurar que la convención le parecía buena no tenía por qué agregar también que la candidatura del señor Aspíllaga no le parecía buena. Ni que negaría su voto.
         Y fíjese finalmente el señor Aspíllaga en que es muy natural que los liberales no lo desengañen oficialmente sobre su colaboración. Nada se lo exige. Ninguna prisa se lo impone. Lo que les conviene no es decirle de una vez al señor Aspíllaga que no lo acompañan. Lo que les conviene es dárselo a entender.
         El señor Pinzás ha estado muy explícito.
         —Iré a la convención: pero no es para votar por el señor Aspíllaga.
         Y si el señor Pinzás, confesor y favorito de los señores Durand, no piensa votar por el señor Aspíllaga, no es fácil que los liberales de menor jerarquía piensen lo contrario.
         No es fácil, señor Aspíllaga.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 5 de octubre de 1918. ↩︎