4.9. Banquete y presente

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Estamos en el umbral de otro banquete y de otros discursos. Probablemente este banquete y estos discursos novan a encender inquietudes ni controversias. Pero van a tener siempre la misma fisonomía sustanciosa y típica.
         El país se ha dado cuenta de que no podía dejar sin homenaje y sin agasajo al señor don Aurelio García y Lastres que ha regresado también a la vida privada. Ha comprendido el deber abstruso de que el señor García y Lastres tenga una despedida sonora que se compadezca con su valimiento. Ha abierto los ojos solícitamente a la contemplación de la traviesa figura del ex ministro de Hacienda.
         No era posible que el señor García y Lastres volviese silenciosamente a su hogar y a su bufete del banco. El señor García y Lastres ha manejado durante dos años la hacienda peruana. Ha adquirido, pues, título profesional de ministro. Ha creado intereses y ha concitado esperanzas en torno suyo. Ha sido amo de favores, mercedes y milagros.
         Verdad es que el señor Pardo le puso en el gobierno de nuestras finanzas para demostrarle al Perú que sabía elegir siempre esclarecidos, ingeniosos y afamados hacendistas. Y que ahora sus malaventuras le tenían aventado del Palacio de Gobierno y tundido por las críticas nacionales.
         Pero en el Perú un ministro cesante es un ministro inminente. Versátil es la fortuna y cambiadiza la política. Una despedida puede convertirse en una reaparición. El ministerialismo peruano es porfiado, persistente y duradero.
         Todo esto pide y determina el banquete al señor García y Lastres.
         Sabemos que el banquete no tendrá solo brindis. Tendrá asimismo un presente. Un presente que será tal vez una estatua, un tintero, una medalla, un bajorrelieve, un caballo o un aeroplano. Acaso habrá en este presente la intención de un símbolo del superávit.
         Nosotros pensamos que el banquete al señor García poseerá una nota personal y expresiva. En él no se comerá otro pan que el pan integral. Presentarle al señor García y Lastres un pan distinto, sería echar al olvido la obra más grande de su administración. Sería desdeñar explícitamente su más genial iniciativa. Sería negarle al pan integral un momento suntuoso y trasmisorio de auge y apogeo.
         El pan integral será forzosamente el aderezo, la gala y el adorno del banquete. El banquete está en camino de ser, más que una fiesta para el señor García y Lastres, una fiesta para el pan integral. Promete revestir intensa significación histórica.
         Solo sabría hacerle falta un mensaje de adhesión de Mr. Mac Adoo si Mr. Mac Adoo no fuese un olvidadizo y un desagradecido.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 11 de agosto de 1917. ↩︎