5.20.. El mapa del Perú

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Nuestra mirada abarca todo el territorio nacional. Va de un confín a otro. Y recorre el mapa del Perú en una excursión que no es geográfica sino política. Nuestra mirada abarca el país entero.
         Acodados sobre la mesa y sobre el mapa del Perú, estamos yendo de provincia en provincia. Hemos pasado ya por Dos de Mayo. Hemos pasado también por Chancay. Y hemos pasado por Paucartambo, por Castilla, por Moquegua y por todas partes. Únicamente no hemos querido pasar por Cotabambas, por Cutervo ni por Chumbivilcas, no por miedo a que nos maten sino por respetuoso temor a las sombras de don Rafael Grau, de don Arnaldo Bazán y de don Augusto Ugarte.
         No ha querido llegar nuestra curiosidad a Cotabambas. No ha querido llegar tampoco a Cutervo ni a Chumbivilcas. Y es que como ya hemos dicho, no somos héroes y no somos guapos. No hemos venido al mundo con garrote ni con espada desenvainada. Hemos venido con la sonrisa en los labios.
         Las provincias están ahora en calma. La sabiduría de la ley electoral las agita momentáneamente. Momento de las asambleas. Momento de las votaciones. Momento de los escrutinios. Momento de la Corte Suprema. Hoy solo existe en las provincias enredo y travesura.
         Hemos visto aquí y allá candidatos de nuestra amistad y conocimiento. El señor Víctor Andrés Belaunde, que no ha querido ser diputado arequipeño, sigue queriendo ser diputado castellano. El señor Teobaldo Pinzás lucha y se esfuerza en una provincia de bizarro nombre cronológico. El señor Emilio Sayán Palacios siente suya ya una credencial sonora.
         Y con la mano puesta sobre Cajamarca nos hemos acordado del señor Rafael Villanueva. El señor Rafael Villanueva anda en malos trances. Cajamarca está reticente y ambigua. Cajamarca parece otra. Ya no le ampara allí la mano fuerte del señor Leguía. Le ampara siempre otra mano fuerte. Pero no es la del señor Leguía sino del señor Pardo. Y el señor Villanueva se mira perdido.
         Nos ha asaltado el deseo de interrogar al mapa para saber si Cajamarca va a elegir senador al señor Villanueva. Y no lo hemos hecho, no porque se nos haya ocurrido que el mapa no puede contestarnos, sino por no perder definitivamente la esperanza de continuar viendo al señor Villanueva en el Senado.
         Un senador como el señor Villanueva es un senador indispensable. No se encontrará otro como él que ponga el orden sobre las leyes. Representa la extrema derecha. Representa la tradición republicana del Perú. Representa los albores del siglo pasado. Su edad no le impide representar una aurora, aunque no sea, sino esta aurora del siglo de nuestra libertad.
         Repentinamente, nos hemos sentido obligados a dejar el mapa y a aventarnos a la calle.
         Y hemos atajado a todo el mundo:
         —¿Usted cree que derrotarán en las elecciones de Cajamarca al señor Villanueva?
         Unos nos han contestado:
         —¡Quién sabe!
         Otros nos han contestado:
         —Sí.
         Y pocos, muy pocos, nos han contestado:
         —No.
         Corriendo por las calles con la pregunta obsesionante en los labios, hemos detenido de repente al propio señor Villanueva y le hemos preguntado lo mismo que todo el mundo sin saber lo que hacíamos:
         —¿Usted cree que derrotarán en las elecciones de Cajamarca al señor Villanueva?
         Y el señor Villanueva, tranquilo y tristemente, nos ha dicho:
         — ¡Quién sabe!
         Entonces nos hemos dado cuenta de quién era el hombre que interrogábamos.
         Y nos hemos alejado de él a prisa y en silencio para volver a esta imprenta y acodarnos otra vez sobre la mesa y sobre el mapa del Perú.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 25 de marzo de 1917. ↩︎