5.12. La fuerza del mal

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Este gabinete se va. Quería quedarse, pero se va. El destino lo manda. Y más que el destino, la fuerza del mal.
         Hace mucho tiempo que este gabinete vive en trance de irse. Las gentes han venido hablando sin descanso de crisis ministerial. El gabinete se ha visto a cada rato tundido, confundido, maltrecho. Y a cada rato se ha visto también fuera de palacio.
         Un día salieron todas las gentes a la calle gritando:
         ―¡Se va el gabinete! ¡Se va porque el señor Pardo quiere gabinete nuevo! ¡Se va porque se acercan las Cámaras!
         Pero al día siguiente apareció el desmentido:
         ―¡No se va el gabinete! No se va porque el señor Pardo lo quiere. No se va porque espera a las Cámaras. ¡Está resuelto a mirarlas cara a cara! ¡No faltaba más! ¡Hombre!
         Y otro día tornaron a salir todas las gentes a las calles gritando:
         ―¡Se va el gabinete! ¡Ahora sí de veras! ¡Se va porque el señor Prado y Ugarteche ha creado una situación tremenda! ¡Ahora sí! ¡Ahora sí!
         Pero el desmentido fue inmediato:
         ―¡No se va el gabinete! ¡Se queda a todo evento! ¡Y hace lo que le da la gana!
         El gabinete ha sufrido sacudidas y quebrantos. Lo han estremecido. Lo han vapuleado. Mas ha seguido sin marcharse. Así impertérrito, así impávido, así porfiado, lo han sorprendido los acontecimientos últimos. Ha vuelto a conmoverlo el señor Prado y Ugarteche. Y esta vez el señor Prado y Ugarteche no ha pedido a la sordina que renuncie, sino a grito pelado.
         Y todavía el gabinete ha seguido en Palacio. Sigue aún. Seguirá por algunos días más. Pero seguirá por poco tiempo, porque ya sus horas están contadas.
         Este gabinete se va.
         Parte el alma decirlo. Consterna. Acongoja. Aflige. Enternece.
         Nosotros mismos que le hemos hecho tantas críticas, haríamos ahora cualquier sacrificio por sujetarlo. No queremos que se vaya el señor Riva Agüero. No queremos que se vaya el señor García y Lastres. No queremos que se vaya el general Puente. No queremos que se vaya el señor Valera. No queremos que se vaya el señor Sosa.
         Aunque parezca mentira, únicamente de un ministro no nos importa que se quede o que se vaya. Es del señor Muñoz. Sabemos que somos muy malos. Mas qué vamos a hacer. Con el señor Muñoz no. Y nos hemos acostumbrado aún. Todavía no le hemos reprochado nada grave. Ni siquiera le hemos tomado el pelo. No le hemos cogido familiaridad. Lo tratamos con respeto y con cortesía. Le quitamos el sombrero con mucha reverencia.
         En cambio, el señor Riva Agüero, el señor García y Lastres, el señor Sosa, el general Puente y el señor Valera, son de nuestro trato cotidiano. Tenemos aquí sus retratos. Tenemos aquí sus biografías. Estamos encantados con ellos. Cuando les hemos dicho que se fuesen, se lo hemos dicho de juego.
         A veces el rumor se modifica:
         ―¡Todo el gabinete se va! ¡Únicamente el señor García y Lastres se queda!
         Entonces nos llenamos de alegría y batimos palmas.
         A veces corre otro rumor:
         ―¡Todo el gabinete se va! ¡Únicamente el general Puente se queda!
         Nos alegramos más. Damos voces de júbilo. Nos arrodillamos en acción de gracias. Y es que queremos que el general Puente no se vaya, aunque el ejército y la marina lo estén pidiendo al cielo. Si el general Puente se fuera, no podríamos hablar mal del ministro de guerra. Sería una lástima.
         Y como nosotros parece que estuviera toda la ciudad.
         Se le mira desolada por la partida del gabinete, después de habérsele visto inexorable exigiendo su renuncia.
         La noticia suena en todos los labios a condolencia:
         ―Se va el gabinete…
         Y viene luego el comentario criollo:
         ―¡Sí, pero a malas!


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 16 de marzo de 1917. ↩︎