3.16. De vacaciones

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Los estudiantes andan por las calles sueltos y alegres. Gozan sus vacaciones con un alborozo muy intenso. Viéndolos, nos sentimos nosotros infantiles e ingenuos. Y nos dan ganas de entrar en un colegio para ser estudiantes y tener vacaciones.
         Y entre nuestros amigos estudiantes el que más nos regocija y nos ilumina es el señor Borda. El señor Borda, como todos los estudiantes, está de vacaciones actualmente. Y sus vacaciones son dobles. Está de vacaciones el señor Borda estudiante. Y está de vacaciones el señor Borda diputado.
         Los dos son muy amigos nuestros. El señor Borda estudiante y el señor Borda diputado. Y nosotros no sabemos todavía decidir si nuestra máxima simpatía, es favorable al señor Borda diputado o al señor Borda estudiante. Porque el señor Borda es sobresaliente en la Facultad de Ciencias Políticas y es sobresaliente también en la Cámara de Diputados. La misma nota 20 que le han puesto los catedráticos podría ponérsela el señor Manzanilla.
         Ayer, como casi todos los días, nos hemos encontrado con el señor Borda. No podríamos precisar bien si ha sido con el señor Borda estudiante o si ha sido con el señor Borda diputado. Sabemos solo que ha sido con el señor Borda. Pero nos basta.
         Y, como siempre, hemos encontrado al señor Borda chico guapo, pulido, redondo, rotundo, afable, rubio, elocuente, nervioso, redomado y sagaz.
         El señor Borda nos ha dicho con entonación sonora:
         —¡Estamos de vacaciones!
         Pero nosotros le hemos rectificado:
         —Usted está de vacaciones. Nosotros no somos diputados. Nosotros no somos estudiantes. Nosotros somos apenas escritores.
         Y el señor Borda ha tenido entonces la generosidad de decirnos:
         —¡Yo presentaré en la cámara un proyecto para que les den vacaciones a los escritores!
         Nosotros hemos pensado que este proyecto va a tener que presentarlo el señor Borda en papel más celeste que el que habitúa.
         Y ha seguido así nuestro coloquio con el señor Borda:
         —¿Y su espíritu batallador ama las vacaciones?
         –¡No! ¡Mi espíritu ama la lucha! ¡Mi espíritu ama el estudio! ¡La Universidad me tenía entre Charles Gide y Jules Gues de y entre Slambat y Sombart! ¡La Cámara de Diputados me tenía entre el señor Riva Agüero y el señor García Bedoya, entre el señor Menéndez y el general Puente! ¡Ahora apenas si estoy entre el calor y los toros!
         —¡Pero sigue usted gallardo! ¡Pero sigue usted denodado! ¡Pero sigue usted valiente! ¡Pero sigue usted animoso!
         —¡Claro! Yo no sé arredrarme, ni amortecerme, ni apagarme. ¡Tengo energía! ¡Tengo carácter! ¡Tengo fibra! ¡Tóquenme ustedes un antebrazo! ¿Qué les he parecido?
         —Duro.
         —¡Así soy yo! ¡Soy un hombre de trabajo! ¡Un hombre de esfuerzo! ¡Un hombre de mi siglo! ¡Estoy hecho para el combate! ¡Ya me verán ustedes muy pronto!
         —¿Cuándo se abra la Cámara de Diputados?
         —¡Mucho antes!
         —¿Cuándo se abra la Universidad?
         —¡Antes! ¡Antes! ¡Muy en breve! Voy a ser el director de los trabajos electorales de Torres Balcázar. Voy a presidir el comité ejecutivo de su candidatura. ¡Y voy a pronunciar discursos, a encabezar mítines, a lanzar arengas, a organizar procesiones cívicas, a salir en coche a las calles!
         —¡Bravo!
         Nos entusiasmamos tanto que comenzamos a aplaudir al señor Borda como si ya estuviera pronunciando un discurso.
         —¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo!
         Las gentes se detuvieron para mirarnos.
         Y nosotros les señalamos al señor Borda con una mano para que supieran que era a él a quien aplaudíamos.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 16 de enero de 1917. ↩︎