1.7. La miel en los labios

  • José Carlos Mariátegui

 

         1Ya las gentes del régimen no hablan de la prórroga del presupuesto ni del olvido del congreso extraordinario. Somos nosotros, y con nosotros todos los ciudadanos ingenuos del Perú, los que andamos gritando que nos amenaza y nos asfixia la dictadura fiscal.
         Ahora las gentes del régimen hablan solo de las próximas elecciones. Las gentes del régimen sabrán por qué lo hacen.
         Y cuando los partidos se acercan a ellas y les preguntan:
         —¿Cuándo sale el decreto de la prórroga?, ellas los palmean en el hombro, los acarician, les sonríen, los miman y les dicen:
         —¡No piensen ustedes en el decreto de la prórroga!¡Eso es cosa de El Tiempo y de la minoría! ¡Eso no vale la pena! Piensen ustedes en las elecciones. Piensen ustedes en las candidaturas. ¡Tan cerca como están las elecciones!
         Y los partidos se ponen reflexivos y repiten preocupados:
         —¡Tan cerca como están las elecciones!
         Y se van sin volver a preguntar de cuándo sale el decreto de la prórroga.
         Es que el señor Pardo se empeña en que los partidos se olviden de que va a venir la dictadura fiscal. Se empeña en hipnotizarlos, en fascinarlos, en sugestionarlos con la renovación del tercio parlamentario. Nada le importa que los hombres que no somos civilistas, que no somos constitucionales y que no somos liberales, no nos olvidemos de que se acerca la dictadura fiscal.
         El señor Pardo, que no ha tenido hasta ahora una idea propia, está actualmente en nuevo trance de plagio al señor Leguía. El señor Leguía inventó las ubicaciones anhelando la paz universal. El señor Pardo quiere en este instante exhumar las ubicaciones. Las ha exhumado ya. Está encasillando candidatos para que no haya luchas, para que no haya contiendas, para que nadie se queje a la Corte Suprema.
         Pero plagia al señor Leguía sin respeto a su ideal. Lo plagia como lo plagia siempre. El señor Leguía quiso las ubicaciones para conciliar a todos los partidos y todas las tendencias. El señor Pardo quiere las ubicaciones para conciliar a los liberales, a los constitucionales y a los civilistas amigos suyos. El plagio es pues un plagio de sistema. Pero no es un plagio de orientación. Lo que en el señor Leguía fue elevado ideal, en el señor Pardo es ramplona intriga. Y, sin embargo, el señor Pardo plagia de manera patente al señor Leguía.
         Cuando el señor Leguía concibió las ubicaciones y llamó a todos los partidos para pedirles que las aceptasen, hubo un clamor en el país:
         —¡El ideal es noble; el sistema es inmoral!
         ¿Cómo clamará el país al ver que el señor Pardo desdeña el ideal y utiliza el sistema?
         El señor Pardo desea las ubicaciones, la concordia, el encasillado, pero los desea para sus devotos. No quiere que haya entre ellos controversias y disidencias. Las juzgaría sinceramente fenecidas. Quiere que todos los amigos del gobierno vayan al congreso dándose las manos.
         Y un concepto de estética le induce a evitar las luchas porque las luchas causan tumultos, gritos, mítines y violencias.
         Nadie sabe si el empeño que hoy alienta el gobierno va a ser afortunado.
         Nadie.
         Pero desde ahora todos le reconocen evidente eficacia de anestésico y de narcótico.
         Se siente en la atmósfera olor de cloroformo. Recónditas aficiones del régimen a la farmacopea.


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 22 de noviembre de 1916. ↩︎