1.2. Con Federico Mertens

  • José Carlos Mariátegui

 De Periodista a Periodista.1  

         A bordo del Huasco. En el smoking room. Al rededor de una mesa estamos Federico Mertens, su esposa, algunos periodistas y yo. Está también el estado mayor de la Empresa Valle. Dialogamos Federico Mertens y yo. Mis preguntas se suceden. Mertens las absuelve todas amablemente. Y yo me prometo escribir después un reportaje. Un hombre como Mertens, que seguramente ha hecho muchos reportajes, está obligado a prestarse a la indiscreción de más de uno.
         Federico Mertens es pequeño, delgado, pálido, joven. Su ademán es tranquilo. Su sonrisa es discreta. Su palabra es sencilla. Todo en el indica al hombre inteligente, que ha escrito mucho y ha pensado mucho. (No siempre están unidas estas acciones de escribir y pensar). Tiene un ligero acento argentino. Y habla, con mucha mesura, de los hombres y de las cosas. A veces en el fondo de una frase suya queda el sedimento de una ironía risueña.
         Yo le interrogo:
         –¿En Buenos Aires hay mucho ambiente literario? Federico Mertens rectifica:
         –Hay mucho ambiente teatral.
         Sonrisa mía. Breve silencio. Y se reanuda el reportaje:
         –Muchos de los grandes literatos argentinos nos han visitado y son amigos del Perú. ¿Manuel Ugarte ha dejado la propaganda latinoamericana?
         —Le preocupa ahora la política. Fundó un diario y en él hizo activa campaña.
         –¿Y Belisario Roldán?
         Roldán escribe para el teatro. Se inició con tres obras un tanto declamatorias. Después de estos ensayos, ha alcanzado un triunfo en su cuarta obra. Ha sido todo un acierto.
         Un periodista presente que ha estado en Buenos Aires hace poco, interrumpe el diálogo para hablar de los literatos argentinos y enumera muchos hombres a quienes ha tratado y estimado: José Ingenieros, Carlos Octavio Bunge, Martín Gil, Ricardo Rojas, etc.
         Reanudamos la conversación interrumpida y hablamos del teatro argentino. Es sorprendente el florecimiento de este teatro. En diez años ha alcanzado progresos maravillosos. La sociedad de autores teatrales argentinos, de la cual Mertens es vicepresidente y miembro muy distinguido, cobró el último año 1.300.000 pesos de derechos.
         –En un año, 1915 —habla Mertens—, se ha estrenado 1350 obras. En la sociedad de autores hay inscritos 300. De estos, cincuenta han hecho labor activa. Los demás han estrenado dos o tres obras. La sociedad de autores defiende en todas formas el teatro argentino. Preocupación principal suya es la de la formación de buenos actores y actrices. Su labor está muy bien encaminada.
         –¿Cuáles son los autores que más trabajan?
         –Hay varios, Pacheco, Cayol, Novión, Sánchez Gardell y otros.
         –¿También García Velloso?— apunto yo, recordando un nombre que he visto en los diarios argentinos.
         –También García Velloso estrena frecuentemente.
         El periodista argentino venido de Buenos Aires habla del último éxito teatral argentino. El alcanzado por El distinguido ciudadano.
         Federico Mertens agrega que El distinguido ciudadano, ha debido en mucho su éxito a la creación que del principal tipo de la obra ha hecho el actor intérprete.
         La conversación se concreta luego a la personalidad de Mertens.
         –¿Cómo se inició usted en el teatro?
         –Casualmente. Yo era periodista entonces. Publicaba cuentos en la página literaria de La Nación de la cual fui iniciador. Gentes entendidas me dijeron entonces que mis diálogos eran muy teatrales. Un día —era un sábado—, un empresario, falto de novedades para su cartel, me pidió una obra. Tuve que ofrecérsela. Escribí Gente bien y el lunes siguiente la entregué al empresario. Yo no tenía la menor confianza en la obra. Me sorprendió pues el aplauso con que la recibió el público y la prensa. El primer éxito me animó a continuar.
         Y Mertens agrega después de una pausa y respondiendo a las palabras elogiosas de los que estamos presentes:
         –He tenido buena suerte.
         Yo interrogo a Mertens:
         –¿Cuál ha sido la obra de usted que más éxito ha alcanzado?
         Y Mertens responde:
         –Las del Frente. Tiene más de 1600 representaciones. Y me ha producido ochenta mil pesos.
         Los periodistas presentes decimos:
         –Aquí sabemos todos el éxito de esa obra suya. En la prensa de Buenos Aires la hemos visto mencionada con elogio muchas veces.
         Mertens, además de dramaturgo y periodista, es cuentista brillante. La casa editorial Tasso ha reunido en tres tomos los cuentos de La Nación y otros periódicos.
         Hablamos luego de la compañía de la cual viene Mertens como director artístico.
         Mertens nos refiere que esta compañía ha sido en buena cuenta enviada por la sociedad de autores argentinos. Fue la sociedad de autores la que le encargó su dirección artística. Se persigue el propósito de que el teatro argentino sea conocido en los principales países vecinos de la República Argentina. Además, la dirección artística de la compañía recogerá en éstos, algunas obras que luego serán representadas en Buenos Aires. En elogio de la compañía dice que su conjunto es muy homogéneo y disciplinado. A propósito de ésta apunta algunas ideas sobre la inconveniencia de que el prestigio de una compañía repose sólo en una o dos figuras. Refiere la actuación de la compañía en Santiago y Valparaíso donde la compañía Podestále había preparado atmósfera adversa. La extremosidad de su campaña y ciertas arbitrariedades de Podestá obligaron a Mertens a reclamar ante la sociedad de autores, la cual prohibió a Podestá el uso de su archivo de obras.
         Ocupándose del personal de la compañía dice Mertens que las figuras principales Arturo Mario, María Padín, Paquito Petrai, Escarcela y la Mancini, están bien colocadas en el teatro argentino. Como actores cómicos Petrai y Escarcela —agrega— van a parecer absolutamente nuevos al público de Lima.
         La conversación sigue animada e interesante. Federico Mertens es un causeur agradabilísimo y culto. Uno de los presentes saca el reloj. 10 a.m. Es ya hora de desembarcar. Último sorbo de cognac. Salimos del smoking room. Descendemos a una lancha automóvil que nos aguarda al pie de la escala del Huasco. Segundos después la lancha parte y nos hallamos en rápida marcha hacia el desembarcadero. A lo lejos se mira, velada por la mañana brumosa, la aristocracia de los blancos chalets de La Punta. Federico Mertens inquiere, interroga.
         Y yo respondo:
         –Es La Punta. Un balneario hermoso.
         Y luego:
         –Es el Muelle Dársena. Muy antiguo y muy fuerte.
         Voy a hacer de cicerone por algunos momentos.

J.C.


Referencias


  1. Publicado en La Prensa, 11 de junio de 1916. ↩︎