3.2.5. Jornada V
- José Carlos Mariátegui
- Abraham Valdelomar
ya no sois vos el mismo que ayer.
Aún recuerdo cuando erais alegre,
loco, enamorado. ¡Oh el tiempo que fue!
los días que fueron no vuelven a ser…
en que vuestra gracia, vuestra mocedad,
vuestras bizarrías, vuestras aventuras,
eran celebradas, señor, recordáis?
tan gratos, señora, ¿cómo he de olvidar?
que más amoríos tuvo en la ciudad,
fue vuestra guitarra la que más ternura
y galantería decía al sonar,
y fue vuestra pluma, la gentil y amable,
que en cada abanico dejó un madrigal;
fuisteis deliciosamente enamorado;
¡de aquí, os marcharíais cansado de amar!
Mi vida de entonces no ha de volver más…
y cada día era distinta beldad
la que vos rondabais, galante y rendido;
arrogante el gesto; el porte marcial;
la capa española terciada; el chambergo
insolente como vuestra majestad;
la mano enguantada presta para el lance
temerario y fiero; altivo el mirar
embuste en los labios; gascona arrogancia
en vuestro mostacho y en vuestro ademán.
Fijaos que os recuerdo con mucha justeza…
que en aquellos días en que celebrada fuera…
sobre todo cuando el recuerdo tiene
la fragancia bella de una amable edad.
muy enamorado, muy sentimental;
mis labios fundían en una la trova
hispana y la triste trova de Melgar.
Entonces todo era amorosa empresa;
loco desvarío y galante afán.
Entonces mi vida era dislocada,
era alegre, pero sin fecundidad:
era hermosa, pero inútil y estéril.
Amores, locuras, besos, nada más…
Siento hoy que los años me han hecho distinto
a costa de un poco de mi idealidad…
amo yo mis tiempos de conquistador…
dichas siempre bajo distinto balcón;
cuando en pago a vuestras románticas trovas
y en pago de vuestras sonatas de amor
las ensoñadoras doncellas bordaban
románticas una cifra para vos;
también, señor mío, vuestra serenata,
voluble y amante, para mí sonó;
también vuestra frase cortesana tuvo
para mí ternezas; bajo mi balcón
rimó vuestro verso tan enamorado
cuan enamorada sonó vuestra voz,
también, muchas veces, tras la celosía
oí sigilosa la dulce canción;
bordaron mis manos para vos, prolijas,
también una cifra; y mi trovador,
rendido y devoto, gentil y galante,
fuisteis, señor mío; también me rondó
vuestro cortesano desvelo amoroso
por una semana…
yo fui vuestra musa; vos mi trovador…
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