1.8. Fantasía Lunática – Elogio de Ópalo – Films de la Tarde I y II

  • José Carlos Mariátegui

FANTASÍA LUNÁTICA1  

La noche es compasiva, discreta y amorosa,
a su conjuro mágico se duerme la ciudad.
Y el alma de los gatos oficia sigilosa
la liturgia fantástica de su sensualidad.

Si la luna se esconde tras una vaporosa
urdimbre que apresara su luminosidad,
es que hay un beso lánguido y una frase celosa
bajo el piadoso amparo de esta complicidad.

Y la sombra nocturna es también celestina
del placer y el pecado. Y es el hada madrina
del deliquio en que teje su ensueño el alcohol.

Y hasta la luna tiene mimos enamorados
cuando besan sus rayos mis ojos fatigados,
como si reparasen los ultrajes del sol…

ELOGÍO DEL ÓPALO2  

Si fuera artista glíptico, además de poeta,
con ópalos haría un collar a mi dama
y en uno grabaría su noble monograma
para forjar un símbolo de su alma de coqueta.

El ópalo fatiga mis nirvanas de esteta
con su antigua leyenda de presagio y de drama.
Una gota de sangre prisionera en su gama,
en furtivos ocasos palidece en violeta.

Tiene el color ambiguo del suissé afrodisíaco,
que dio a Verlaine Sileno su ensueño dionisíaco
y en él mis complicadas visiones hipnotizo.

Yo pienso que esta piedra es como una pupila,
—amuleto de alguna milagrosa Sibila—
que interroga al Misterio con su iris tornadizo…

FILMS DE LA TARDE3

                                I  

Flujo y reflujo. Tiene la tarde una sonrisa.
Se agita un hormigueo sordo de multitud.
Y repentinamente un timbre paraliza
la frase de un sportman que discute a Wilful.

Pizarras. Clamoreo vago. Se galvaniza
de pronto, ante una cifra, un aspa y una cruz,
una mirada ansiosa, nerviosa y tornadiza
que suma, multiplica y resta su inquietud.

Expectación. Silencio condicional. Distante
la tropa de caballos neurótica e inquietante
indócil y rebelde, simula un carrousel.

Una protesta adusta el silencio mutila.
E, intermitentemente, mi pensamiento
oscila entre el juez de partida y una taza de
thé

                                II  

Tu sonrisa no sabe por qué es triste esta hora.
La tarde se ha llenado de repente de esplín.
Mi alma está en tu sonrisa suave y evocadora
en un boxe vacío y el firmamento gris.

Cinco y treinta minutos de la tarde. Decora
la casaca de un jockey el afán mercantil
de un gentío que inquiere la cifra vencedora.
Sobre una frente equina se recorta una crin.

Pensando en que Miss Ketty hará la suerte mía
y en que es noble su estirpe conforme a la
teoría de Bruce Lowe, reflexiono en tu grácil toilette,

en que tu cabellera tiene rizos postizos
y en que son, sin embargo, muy hermosos tus rizos.
Y te olvido un instante por jugar un placé…

                                                                 JACK


Referencias


  1. Publicado en El Tiempo, Lima, 28 de agosto de 1916.
    Y en Páginas Literarias, seleccionadas por Edmundo Cornejo Ubillús (Lima, 1955), p. 72. ↩︎

  2. Publicado en El Tiempo, Lima, 28 de agosto de 1916.
    Según nota de redacción: “Al libro de versos Tristeza, que próximamente publicará José Carlos Mariátegui (Juan Croniqueur) pertenece este soneto”. ↩︎

  3. Publicado en El Turf, Año 3, Nº 54, p. 18, Lima, 16 de septiembre de 1916.
    Véase la prosecución de esta serie de sonetos en los titulados Emociones del Hipódromo.
    Sonetos I y II, publicados con el seudónimo de Jack. La serie continúa bajo los títulos de Sensaciones y luego Sinfonías de la vida metropolitana; pero solo desde el soneto V hasta el X; y por lo tanto, faltan los que debieron aparecer como III y IV ↩︎