1.20.. Emociones Glaciales
- José Carlos Mariátegui
EMOCIONES GLACIALES1
(Mañana de aprontes)
El señor Bellido y el señor Bedoya
(Bedoya y Montjoi),
el señor Mariátegui y el señor Costa,
y el señor Conroy.
Mi amigo Kendalif, mi amigo Orellana,
dueño del Bend’Or,
los preparadores y los aprendices,
y este servidor.
Somos concurrentes,en esta mañana
de frío y de lluvia y de cerrazón,
de un espectáculo gratuito y amable
que ha de tener repercusión
en una cotización
llena de emoción.
Una yegua joven y rubia, versátil,
apodada Haydée,
pasa galopando y caracoleando
en amplio foulée.
Su dueño la mira con confianza y fe,
yo no sé por qué.
Otras que cotejan, sojo y solidaridad,
hacen la vuelta al carrerón;
valetudinario y exhausto, Vanadium
tiene la certeza de otro papelón.
Un potro argentino y ágil,
apodado de este modo: Old Chap,
da una vuelta a la pista
con pretensiones de crack.
Y siguen otras yeguas y otros potros: pasa
también el crack Wilful
y, como escribiría Kendalif, está el cielo
muy claro y muy azul.
El señor Bellido habla de modo exorbitante
y hace chistes a granel.
Le rebate mi amigo Buse, si la memoria
no me es infiel.
Mi cronógrafo anota tiempos sensacionales
que me han de hacer ganar
las próximas carreras, y también
con la polla he de arrunzar.
(El Tunante esta palabra acostumbra emplear).
A las ocho el desbande se inicia con presura.
Castelli exclama “ché”,
y el señor Soto pide que atenúe su frío
una taza de thé,
y siente que tan lejos se
halle el Palais Concert.
Jockeys cholitos, negros chiquitos de la traza
del negrito Solís,
formulan comentarios y tejen predicciones
y juegan zapatero con granos de maíz.
He apuntado tiempos, notas y tapaditas,
y otros datos de igual jaez,
el programa me advierte que habrá siete carreras
¡y mis fijas son diez!
CYRANO III
El señor Bellido y el señor Bedoya
(Bedoya y Montjoi),
el señor Mariátegui y el señor Costa,
y el señor Conroy.
Mi amigo Kendalif, mi amigo Orellana,
dueño del Bend’Or,
los preparadores y los aprendices,
y este servidor.
Somos concurrentes,en esta mañana
de frío y de lluvia y de cerrazón,
de un espectáculo gratuito y amable
que ha de tener repercusión
en una cotización
llena de emoción.
Una yegua joven y rubia, versátil,
apodada Haydée,
pasa galopando y caracoleando
en amplio foulée.
Su dueño la mira con confianza y fe,
yo no sé por qué.
Otras que cotejan, sojo y solidaridad,
hacen la vuelta al carrerón;
valetudinario y exhausto, Vanadium
tiene la certeza de otro papelón.
Un potro argentino y ágil,
apodado de este modo: Old Chap,
da una vuelta a la pista
con pretensiones de crack.
Y siguen otras yeguas y otros potros: pasa
también el crack Wilful
y, como escribiría Kendalif, está el cielo
muy claro y muy azul.
El señor Bellido habla de modo exorbitante
y hace chistes a granel.
Le rebate mi amigo Buse, si la memoria
no me es infiel.
Mi cronógrafo anota tiempos sensacionales
que me han de hacer ganar
las próximas carreras, y también
con la polla he de arrunzar.
(El Tunante esta palabra acostumbra emplear).
A las ocho el desbande se inicia con presura.
Castelli exclama “ché”,
y el señor Soto pide que atenúe su frío
una taza de thé,
y siente que tan lejos se
halle el Palais Concert.
Jockeys cholitos, negros chiquitos de la traza
del negrito Solís,
formulan comentarios y tejen predicciones
y juegan zapatero con granos de maíz.
He apuntado tiempos, notas y tapaditas,
y otros datos de igual jaez,
el programa me advierte que habrá siete carreras
¡y mis fijas son diez!
CYRANO III
Referencias
-
En El Turf, Nº 47, pp. 32-33, Lima, 28 de julio de 1916. ↩︎